noviembre 12, 2009

LA BIBLIOTECA UN ESPACIO PARA LOS CONTACTOS DEL CUERPO Y EL ESPIRITU

Imagen Drewen 2003 - Georges Rousse


La superficie
Al abordar a los seres humanos se puede hacer alusión a su constitución en dos partes primordiales y necesarias que se necesitan al unísono para existir. La primera, algo denominado esencia, alma, energía, fuerza o espíritu. La segunda, aquella constituida por el cuerpo, de cual se tienen usualmente arduas noticias, muchas huellas, recuerdos marcados en su misma epidermis.

Este último puede en ocasiones ser tan evidente, que incluso para algunos sujetos pase desapercibido y se haga consiente en el momento que se trace una línea ya sea imaginaria o real, pero que haga dar cuenta de esa parte constitutiva del ser. Del mismo modo que muchos paisajes sólo se hace evidentes al trazársele una línea dentro del él.

La biblioteca una geografía del contacto
La disponibilidad estética esta dispuesta a lo afectivo, y los seres son afectivos en tanto que son afectados por quienes los rodena (incluso por quines están en la distancia) y por algo.

Abordando un caso en particular como el la institución social denominada biblioteca, se puede ver que ella es todo un espacio donde el contacto se da en aquellos dos componentes humanos, en el cuerpo y en el “espíritu”.

Ahora bien, sí “como nuestra piel, la habitación humana también es una superficie de separación y de contacto, un intervalo de trasvases y retenciones”[1], se puede hacer la analogía en torno al espacio de la habitación, con el espacio institucional en este caso la biblioteca. Este espacio afecta a quienes transitan en ella, quienes habitan en ella, quienes laboran en ella y las comunidad aledaña donde se encuentra.

Ella, la biblioteca permite un reencuentro y una separación, en tanto que los materiales bibliográficos allí dispuestos, sin importar el tipo de soporte, son posibilidades: de visiones, amores, ilusiones, saberes, en fin gran cantidad de sensaciones, ideas, producciones o criticas, entre los lectores con los textos y los autores.
También genera la posibilidad de la agrupación, del reunirse con otros, o el simple hecho de que se esté allí en medio de la multitud pero totalmente solo, en medio de los hombres, los autores y la propia historia.
Pues en “sus muros agitados y porosos, se abren y se cierran lo que somos y lo que no somos, lo pasado y lo presentido. El interior y el exterior se sustancian y se compenetran.”[2]

Para una institución donde una de las actividades dadas por antonomasia consiste en la conservación del material bibliográfico, donde se registra la escritura, y siendo ella “un método de construcción de espacios y de inserción en los espacios. Entonces, lo que se escribe vive en la escritura”[3]. Se puede decir que la biblioteca está siempre en disposición de seguirse haciendo, es dinámica. En tanto, se conserva una memoria colectiva cambiante y se ha vendido convirtiendo en un espacio para el encuentro del tan llamado tejido social.

Si “en las geografías del contacto no tratamos de reconstruir el pasado desaparecido, sino de darle forma al presente posible[4]”, entonces la biblioteca puede verse como una geografía de contacto.

Adentro y afuera de la biblioteca
Desde afuera, se percibe ese edificio o construcción que pudiera evocar incluso lo sagrado, pero desde adentro sólo se ve el afuera: la comunidad, los usuarios, los lectores, el contexto en el que está inmersa, el recorrido histórico de esta agrupación llamada humanidad.

El espacio de la biblioteca, es un interior donde se sustancializa el exterior, pero también es un exterior de muchos interiores, pues ella es un afuera de los adentro, ya que con el devenir del los días se ha configurado en un centro donde se dejada de manifiesto una expresión de los ideales, anhelos, encuentros y desencuentros.

El concepto de biblioteca nos hace referencia a una historia milenaria en tanto que es un espacio concebido y creado para la conservación de las memorias colectivas y con las cuales se ha vencido a la muerte, a través de un objeto denominado libros, los cuales hacen parte de la memoria de la humanidad a través de los tiempos; y como diría Felix Duque, dicho instrumento le sirve al hombre para ver la realidad que encarna su saber práctico y la propia materialidad. Hasta nuestros días el lugar caracterizado por conservar los libros es la biblioteca, proveniente de dos palabras de origen griego; biblion que significa libro o documento y teké, que quiere decir caja.

Aún cuando su etimología da cuenta de una de las tareas cootidianas de la institución bibliotecaria actual, el término biblioteca ha cambiado con el devenir y el cambio de paradigmas, lo que da cuenta de un visión que se tiene de ella, ahondando en este tema se puede centrar en algunos teóricos de la bibliotecología, con el fin de que se perciba una mirada misma de la disciplina bibliotecaria en torno a la biblioteca.

Para el teórico Jesé Shera, la biblioteca se ve como una institución social que tiene la finalidad de servir a la cultura y es un organismo de comunicación, en tanto que el bibliotecólogo desempeña el papel de mediador entre los seres humanos y sus registros gráficos. Shera en su discurso plantea un ron de la bibliotecología enmarcado dentro del proceso de la comunicación. Por otro lado, son los soviéticos, quienes resaltan la valoración del papel de la biblioteca no sólo como un componente clave en el sistema social de comunicación sino, fundamentalmente, como parte orgánica de la vida social, económica y cultural de un país y como institución formadora de la conciencia social.
La biblioteca ocupa un lugar central en la estructura de la circulación y la utilización social de los libros, de la orientación de la lectura y del servicio de información a la población, y como el espacio propicio para la formación de una personalidad armónicamente desarrollada, esto es, la biblioteca como base de la educación en tanto contribuye a la formación del aspecto espiritual y de la conciencia política y social del hombre, y como centro de divulgación de los logros de la ciencia y de la técnica: "La biblioteca es una institución ideológica y científico-informativa"[5], que orienta la labor educativo-cultural y de información a toda la población. En resumen, según la Bibliotecología soviética, las bibliotecas son instituciones culturales educativas, ideológicas y científico-informativas que posibilitan la participación de las comunidades en la toma de decisiones políticas, económicas, científicas y culturales[6].

Hoy en día la Biblioteca, institución esencial de la Bibliotecología representa el lugar de encuentro de situaciones, contacto o acciones conjuntas entre individuos de distinta cultura y de los sujetos mismos. En tanto que como conservadora de la memoria colectiva facilita el acceso a las ideas a través de los soportes bibliográficos, posibilita el espacio para el encuentro entre los sujetos a diferentes actividades del arte, las letras, el entretenimiento y la lectura, además de ser un espacio en donde los sujetos se ven encontrados con los otros y tocados, cambiados, replanteados y sentidos en las almas. Por lo anterior, la biblioteca es una interacción comunicativa con la otredad, con lo diverso, con las diferencias económicas, sociales, culturales y étnicas.

La Biblioteca al estar inmersa en un espacio semiótico sirve de traductora y puede situarse como filtro pues codifica los signos y los hace públicos, los hace palabras, los acerca a la sociedad. Por ello, comunicar es un acto de creación y reinvención, a la vez que permite el encuentro, pues comunicar interculturalmente es llegar a la construcción de comunidad que, a pesar de las diferencias se comunican, interactúan, hacen consensos y se identifican en la diversidad.

Los encuentros y desencuentros proporcionados en una biblioteca, se dan en tanto que los libros, haciendo alusión a la poética, son los sujetos que los escribieron. Al transitar un habitante o lector entre los anaqueles, al rozar su dedos por es piel del material materializada en las pastas, los lomos, las hojas, los cds, las pantallas y teclados; al dejar que sus ojos, yemas de los dedos y oídos, lean cada palabra, cada frase, cada idea. Hoy un contacto entre seres y objetos, objetos con objetos, seres con seres, ideas con ideales, sueños, criticas y sentires. Esto afirma que en las bibliotecas hay contactos.
También se dan en tanto que el sujeto es tocado en su espíritu, por lo que en las memorias colectivas pudieran representar en la individualidad; los acontecimientos que allí se gestan desde el espacio de la promoción y animación de la lectura, la extensión cultural, los talleres, las charlas, los servicios creados según las necesidades de las comunidades y el estudio de usuarios.

Ella al ser vista desde afuera, presenta generalmente y de forma tradicional un espacio donde hay un cúmulo de objetos bibliográficos; sin embargo, al interior de ella se vislumbra el afuera, sólo cuando se posee claridad del entorno donde se encuentra inmersa, en el momento en que se establece las necesidades informacionales y de extensión presentadas por la comunidad usuaria directa, sólo allí la biblioteca pude desplegar sus programas y servicios para cumplir con su papel de traductora de interculturalidad.

A través de su papel como traductora y posibilitadota del contacto, la Biblioteca logra la intersección entre el conocimiento registrado, el lector y su herencia cultural, es decir propicia el encuentro con la tradición. Por otro lado, esta institución constituye, en una sociedad de excluidos, el agente que se ubica en la resistencia de las representaciones hegemónicas de la semioesfera, el lugar de encuentro de lo subalterno, lo marginado, los movimientos sociales que entablan una posición de lucha o batalla por el reconocimiento social, por la interacción, la cooperación y por el uso de la palabra y la participación activa.

La Biblioteca, al estar unida a la cultura, desarrolla proyectos culturales y comunicativos integradores y democráticos que permitan a los diversos grupos ser actores en su mundo social y convertirse a la vez en agentes de cambio y renovación socio-cultural. Este enfoque ubica a la biblioteca como una institución cultural difusora de sentidos, intercambios comunicativos, sociales y culturales. Por tanto, al propagarse la cultura también se transforma la ciudadanía, la participación y la acción política pues se valora lo diverso, las distintas formas de pensar, actuar y vivir el mundo de la vida.

Dicha institución como espacio de interacción, unión, comunicación intercultural pero también como comunidad de lectores, de agentes culturales y de promoción social está llamada en el mundo global a recuperar su poder de unir mentes, proyectos y acción pública, mediante procesos de alfabetización, cuya acción no se limita a la enseñanza de la lectura y la escritura, también abarca la alfabetización política, cultural, científica y tecnológica. De esta manera, esa práctica realizada por ese espacio de encuentros y creación, como es la biblioteca, se convierte a la manera de Martín-Barbero en “práxis educativa que devuelve a los hombres su derecho a decir lo que viven y sueñan, a ser tanto testigos como actores de su vida y de su mundo”, pues es cierto que “el analfabetismo se revela como consecuencia estructural de un sistema injusto que domina excluyendo a las mayorías de aquel espacio cultural en que se construye la “participación-acción”[7].

Todo ello revela la importancia de la Biblioteca pues puede convertir su acción en una verdadera praxis cultural donde la comunicación, la lectura y la cultura se construyen en proyectos políticos de integración e identificación de las comunidades, esos espacios representan la posibilidad de la participación, la libre expresión y la creación cultural de una localidad, región o país para construir y reconstruir su propia realidad. En donde sus espacios de afuera son los de adentro y los de adentro son los de afuera, se va apuntando a la necesidad de pensar que las bibliotecas dejaron de ser los almacenes de los libros, y son un espacio para el contacto.


Bibliografía


CHUBARIAN, O. S. Bibliotecología general. La Habana: Ministerio de Cultura, 1976. p. 57

MARTÍN-BARBERO, Jesús. La educación desde la comunicación. Buenos Aires : Norma, 2001.

M. DE MICHELIS, Magdalena Scimemi; Miralles Tagliabue. Obras y Proyectos

MESA GONZÁLEZ, Carlos Enrique. Humedales en las rasantes misógina : Valle de Aburrá. 64 p.

PARDO, Jose Luis. Sobre los espacios pintar, escribir, pensar. Ediciones del Serbal, 1991.

[1] MESA GONZÁLEZ, Carlos Enrique. Humedales en las rasantes misógina : Valle de Aburrá.
[2] Ibid.
[3] PARDO, Jose Luis. Sobre los espacios pintar, escribir, pensar. Ediciones del Serbal, 1991. p. 148
[4] M. de Michelis, Magdalena Scimemi; Miralles Tagliabue. Obras y Proyectos
[5] CHUBARIAN, O. S. Bibliotecología general. La Habana: Ministerio de Cultura, 1976. p. 57
[6] Ibid., 367 p.
[7] MARTÍN-BARBERO, Jesús. La educación desde la comunicación. Buenos Aires : Norma,

2001. p. 40








(Noviembre 2006)

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