Todo usuario y todo lector, hace una expansión de su ser y
sentir en el contacto físico, intelectual o emocional en la biblioteca, solo
queda preguntarse ¿qué tan claro está para el bibliotecólogo todas estas
manifestaciones del sujeto ante su hacer?.
Imaginen cuando entran a la biblioteca, ese, el lugar que
genera encuentros de personajes y personas, cuando miras cada movimiento de los
que transitan entre anaqueles y hojas. Variedades como tantos sujetos hay,
historias que van cobrando un tinte diferente a cada instante, a cada
encuentro, a cada palabra dicha o callada, con cada material prestado o
consultado, con los cruces de miradas y las sonrisas cómplices con ese usuario
o con ese lector.
En alguno momento de esos que hay cierre del servicio por
inventario, el cansancio se hace presente cuando cuentas, revisas, analizas si
es pertinente ese material o no, cuando ves que en el catálogo aparece
disponible un material pero por más que buscas dicho objeto carece de presencia
física en el lugar, un colega manifiesta que “la mejor forma de tener organizados
los libros es sin usuarios”, las risas brotan y los agudos cansancios reflejan
el fastidio y el tedio, la alegría, satisfacción, admiración o temor que se
generan en algunos encuentros. Así sin más, viene a la mente la pregunta
constante, atendemos usuarios o lectores.
Estéticamente todo vamos asumiendo roles de diferentes índoles,
que se salen de esas categorías imprevisibles ante teóricos que están empecinados
en darte un sustento para poder nombrar de manera apropiada a un sujeto que
entre a la biblioteca. Surgen así los encuentros con particularidades como las
de un usuario que siempre llega a la biblioteca y entra inmediatamente abren
las puestas, lee de todo revistas, prensa y libros por montones y luego de
considerarlo un gran usuario y un excelente lector le hablas y te das cuenta
que su única auto-terapia para dejar el alcohol es estar en la biblioteca y
leer de todo para calmar las ansias de una trago doble.
O el lector de los dedos, ese que siempre que llega inicia
su recorrido por los anaqueles con un caminado lento, toca con su dedo indicie
todos los lomos de los libros que dan a su altura visual (nunca mira para
abajo, nunca mira para arriba) cuando menos te lo esperas el dedo le indica
cual es libro del día, cuidadosamente lo toma, con un acto magistral lo posa
sobre la misma mesa de siempre, abre el material y lo imaginas clarividente
pues su mirada siempre está en el marco de la puesta mientras sus dedos
lectores pasan cada hoja con un cuidad exagerado, al cabo de una cuantas horas
los dedos están cansados y cierran el libro, el cuerpo sin mucho afán sale con
los dedos cansados de leer.
Hay niños lectores, que saben más que tu (aún cuando él solo
tiene 9 años y tu 27) sobre la segunda
guerra mundial, y sin piedad ni clemencia te cuestiona la ausencia de materiales
que sean más claros sobre el papel de los nazis en Colombia durante los años 40’s,
pero luego te regalan un dibujo de Bambi pues para él no existe nadie más
tierno que tu.
Existen usuarios que te hablan por horas sobre toda la
colección que hay, lo que falta para hacerla más firme en cuanto a clásicos y
los materiales que debería de disponer para lograr desarrollar una colección contemporánea,
de esos que siempre que te están hablando con un libro en la mano, antes de compartírtelo
pasan lentamente las hojas por enfrente de su nariz y lo inhalan lentamente
para luego entregártelo en tus manos y recomendártelo por ser un excelente
trabajo literario.
Muchos usuarios te piden ayuda para sus deberes académicos,
muchos lectores te comparten sin fin de referencias, otros solo te miran desde
la distancia y cuando te hablan solo un susurro de gratitud les surge por el préstamo
del material que le proporcionas. Para
cada uno, la biblioteca le significa un lugar diferente, para cada sujeto sea
lector o usuario (e incluso ambos a la vez) su adentro se le reflejan en un
afuera lleno de palabras leídas o no, calladas o pronunciadas, entre libros y estanterías,
entre sus encuentros y desencuentros proporcionados por ese lugar que es la
biblioteca.