Laborar en un espacio bibliotecario, indudablemente hace que
cada día diferente y absolutamente impredecible.
Desde todos los espacios y cargos, cada uno se prepara para
recibir y dar, mientras la luz entra poco a poco, los lápices se buscan, los
computadores se prenden, las listas de tareas se revisan, se abren las puertas
y lentamente ingresan las historias de vida, los sueños congelados o volátiles,
las necesidades informacionales profundas casi insondables y aquellas que
fueron impuestas, las ganas de compañía en medio de la soledad, el amor por las
palabras, las sorpresas y los retos.
Un día cualquiera al brindar referencia puedes aprender lo
inimaginable que te salvara la vida, al hablar con los usuarios que habitan o
simplemente la transitan te podrías encontrar contigo mismo. O puede programar
una actividad que te imaginas puede desarrollar un tema cualquiera, pero cuando
se ejecuta, simplemente cambio la vida de muchos.
Así, que cada día que estamos disfrutando de
nuestro hacer bibliotecario podemos ver cada momento como un amanecer y sentirás:
inspiración, decepción, alegría, tristeza, calidez o frío. Te puedes maravillar
o simplemente miras y lo dejas pasar.