noviembre 26, 2009

SON 6

Un cuerpo suspendido en un tiempo y en un espacio. Ese cuerpo que posee varios sentidos, los cuales lo apropian de múltiples sensaciones, va transitando lentamente a diferentes ritmos, inmerso en un ruido surgido del silencio. El lenguaje le ha permitido adquirid diferentes mecánicas para interactuar con otros cuerpos, no obstante es el cuerpo que se entrelaza con los otros y se genera otros procesos de comunicación. Todos y cada uno de esos cuerpos se configuran en la diferencia, se construyen en los acontecimientos y actúan con sus instintos y/o los reflejos.

Un nueva estética gestada desde los sentidos, proporciona diversas y múltiples percepciones de la belleza. Lo bello esta distante de lo sublime, de lo etéreo, de aquello que proporciona la claridad o la luz de la divinidad. Una estética dimensionada desde el cuerpo, camina en lo mundano, es podrido, variado, diverso, no teme a caer en cavernas putrefactas y obscuras, humanas y sensibles. Entre otras búsquedas estéticas los sentidos desde la carne vibran, la vista no buscará una representación de la perfecta armonía de dios y lo bello por puro, el odio no escuchara únicamente la palabra santificadora o los cantos armoniosos, el olfato seguirá en pesquisas de aromas diversos e incluso inaguantables, la piel se percibe desde la topología dejando el imaginario de una superficie liza y admirando los pliegues y sus ranuras, y la lengua... La lengua, ella la de doble función, tendrá nuevos sabores a degustar, dado que los encuentros con los otros generan nuevos ritos en lo que muchos piensan concentra las relaciones de los hombres, las comidas. Sin embargo, esa, la lengua, la del lenguaje y la palabra tendrá menos fuerza y mucho que callar desde una estética de los sentidos, pues será supremamente difícil equiparar los sentires y las sensaciones a las palabras, ya que quedaría encasilladas, incompletas y a lo mejor poco comprendidas desde las interpretaciones y conceptos de los otros.

Una nueva visualización del mundo bibliotecológico, desde la estética, estará partiendo desde los sentidos, y sin dejar de plantear desde esta propuesta a un sentido más, el del goce. Este sexto sentido, reposara un complemento en los otros, cada sentido posibilita nuevas percepciones. El goce será el hilo conductor o la batuta que dará la pauta, a la gestación de una estética donde lo bello y la belleza estarán en el interior de cada sujeto y se podrá exteriorizar sólo por medio del mismo lenguaje corporal o a través de las diversas manifestaciones.

Son seis los sentidos que encontramos en esta propuesta hacia una estética desde el sentir, en la búsqueda por encontrar un deconstrucción de la biblioteca. El gusto será como el canon o patrón a seguir de los bibliotecólogos, dejando así la posibilidad de la diferencia.

Escrito en Mayo de 2006

noviembre 15, 2009

FARMACIA Y BIBLIOTECA



“Las palabras, si no lo saben, se mueven mucho,
cambian de un día a otro, son inestables como sombras,
sombras ellas mismas, que tanto están como dejan de estar,
pompas de jabón, caracolas que apenas dejan oír la respiración,
troncos cortados”
Saramago


Las bibliotecas son comparadas constantemente con los templos, ella, la biblioteca alberga en sus anaqueles el conocimiento de la humanidad, la luz. Pero, en realidad ella guarda una cantidad de drogas, venenos, y remedios; en los libros. Dichos espacio <>, cargar constantemente esa droga (fármacon), como Fedro, “Ese fármacon, esa <>, ese filtro, a la vez remedio y veneno, se introduce ya en el cuerpo del discurso con toda su ambivalencia”[1]. La biblioteca toma una nueva mirada, empieza a dejar de verse como un lugar sagrado, y empieza a tornarse más como una farmacia.

Si bien, la biblioteca es el lugar por excelencia donde se ha depositado la memoria escrita de los hombres, ella está íntimamente relacionada con los textos escritos, y le atañe en gran medida los problemas que conciernan a la escritura como el <>.

Esa asociación de la escritura y del fármacon parece aún exterior; podría considerársela como artificial y puramente fortuita. Pero la intención y la entonación son ciertamente las mismas: una sola, y la misma sospecha envuelve, en el mismo gesto, al libro y a la droga, a la escritura y a la eficiencia oculta, ambigua, entregada al empirismo y a la casualidad, operando según las vías de lo mágico y no según las leyes de la necesidad. El libro, el saber muerto y rígido encerrado en los biblia, las historias acumuladas, las nomenclaturas, las recetas y las fórmulas aprendidas de memoria, todo eso resulta tan ajeno al saber vivo y a la dialéctica como el fármacon resulta ajeno a la ciencia médica. Y como el mito al saber. (La farmacia de Platón. p. 106)


Con los registros escritos del hombre se debe de tener cuidado, pues como es planteado por Platón la escritura es un “poder oculto y, por consiguiente, sospechoso”[2]. La escritura puede ser un veneno, a la vez que una droga. Entonces, se nos es permitido dudar y plantear otro postura en la cual se especule que el hombre con la escritura adquiere una herramienta, la cual cree poder consultar en cualquier momento, y así no tener que seguir utilizando su propia memoria, deja afuera lo que debería estar adentro. Ella, la escritura es generadora de opinión más no de ciencia; “el fármacon produce el juego de la apariencia a favor de cual se hace pasar por la verdad”[3]. Con la escritura el hombre se torna olvidadizo, deja de ejercitar la memoria y empieza a confiar en las huellas del exterior, esto lo conduce al lado de lo inanimado, poco a poco todo estaría escrito allí, al acceso fácil, rápido e incalculable, por tanto el hombre pasa del saber al no-saber.

En muchas oportunidad el hombre consigna con tal certeza de perdurabilidad o inmortalidad, su ser, sus ideas, su saber o su sentir, en algún registro escrito, que no pone en duda la finitud, incluso, de los diversos soportes que ha creado para la escritura. Se olvida que “la memoria es por esencia finita. Platón lo reconoce atribuyéndole la vida. Como a todo organismo vivo, ya lo hemos visto, le asigna límites. Una memoria sin límite no sería además una memoria, sino la infinidad de una presencia en sí.”[4] El hombre trata incansablemente de alcanzar una supuesta permanencia en el tiempo, sin embargo, ella depende de algo totalmente finito y sin alma. Debería recordar con más ahínco que “la escritura no es la repetición viva del ser vivo”.

El hombre ha tratado incansablemente de alcanzar su inmortalidad, su permanencia en el tiempo, con la escritura como regalo de los dioses, disimulo su finitud y se cree vivo. Es importante resaltar aquí que en sí, solo ha accedido un fármacon, el cual presenta y oculta la muerte, somos finitos y en muchas oportunidades nos asalta la partida con la ilusión de pertenecer a la especie que es infinita, por dejar su huella escrita en paredes, piedras, libros o bits.

Se confirma a continuación que la conclusión del Fedro es menos una condena de la escritura en nombre del habla presente que la preferencia de una escrita a otra, de una huella fecunda a una huella estéril, de una simiente generadora, porque depositada en el interior, a una simiente desperdigada en el exterior en pura pérdida: a riesgo de la diseminación. Esto al menos es supuesto para aquello. Antes de buscar su razón en una estructura general del platonismo, sigamos a ese movimiento. (La farmacia de Platón. p. 227)


La escritura, así mismo los libros, será como la farmacia o la biblioteca, un remedio y un veneno.




[1] La farmacia de Platón. Primera versión publicada en Tel Quel (núms. 32 y 33), 1968. p. 102
[2] Ibid., p. 144
[3] Ibid., p. 154
[4] Ibid., p. 163


(Febrero, 2007)

noviembre 12, 2009

LA BIBLIOTECA UN ESPACIO PARA LOS CONTACTOS DEL CUERPO Y EL ESPIRITU

Imagen Drewen 2003 - Georges Rousse


La superficie
Al abordar a los seres humanos se puede hacer alusión a su constitución en dos partes primordiales y necesarias que se necesitan al unísono para existir. La primera, algo denominado esencia, alma, energía, fuerza o espíritu. La segunda, aquella constituida por el cuerpo, de cual se tienen usualmente arduas noticias, muchas huellas, recuerdos marcados en su misma epidermis.

Este último puede en ocasiones ser tan evidente, que incluso para algunos sujetos pase desapercibido y se haga consiente en el momento que se trace una línea ya sea imaginaria o real, pero que haga dar cuenta de esa parte constitutiva del ser. Del mismo modo que muchos paisajes sólo se hace evidentes al trazársele una línea dentro del él.

La biblioteca una geografía del contacto
La disponibilidad estética esta dispuesta a lo afectivo, y los seres son afectivos en tanto que son afectados por quienes los rodena (incluso por quines están en la distancia) y por algo.

Abordando un caso en particular como el la institución social denominada biblioteca, se puede ver que ella es todo un espacio donde el contacto se da en aquellos dos componentes humanos, en el cuerpo y en el “espíritu”.

Ahora bien, sí “como nuestra piel, la habitación humana también es una superficie de separación y de contacto, un intervalo de trasvases y retenciones”[1], se puede hacer la analogía en torno al espacio de la habitación, con el espacio institucional en este caso la biblioteca. Este espacio afecta a quienes transitan en ella, quienes habitan en ella, quienes laboran en ella y las comunidad aledaña donde se encuentra.

Ella, la biblioteca permite un reencuentro y una separación, en tanto que los materiales bibliográficos allí dispuestos, sin importar el tipo de soporte, son posibilidades: de visiones, amores, ilusiones, saberes, en fin gran cantidad de sensaciones, ideas, producciones o criticas, entre los lectores con los textos y los autores.
También genera la posibilidad de la agrupación, del reunirse con otros, o el simple hecho de que se esté allí en medio de la multitud pero totalmente solo, en medio de los hombres, los autores y la propia historia.
Pues en “sus muros agitados y porosos, se abren y se cierran lo que somos y lo que no somos, lo pasado y lo presentido. El interior y el exterior se sustancian y se compenetran.”[2]

Para una institución donde una de las actividades dadas por antonomasia consiste en la conservación del material bibliográfico, donde se registra la escritura, y siendo ella “un método de construcción de espacios y de inserción en los espacios. Entonces, lo que se escribe vive en la escritura”[3]. Se puede decir que la biblioteca está siempre en disposición de seguirse haciendo, es dinámica. En tanto, se conserva una memoria colectiva cambiante y se ha vendido convirtiendo en un espacio para el encuentro del tan llamado tejido social.

Si “en las geografías del contacto no tratamos de reconstruir el pasado desaparecido, sino de darle forma al presente posible[4]”, entonces la biblioteca puede verse como una geografía de contacto.

Adentro y afuera de la biblioteca
Desde afuera, se percibe ese edificio o construcción que pudiera evocar incluso lo sagrado, pero desde adentro sólo se ve el afuera: la comunidad, los usuarios, los lectores, el contexto en el que está inmersa, el recorrido histórico de esta agrupación llamada humanidad.

El espacio de la biblioteca, es un interior donde se sustancializa el exterior, pero también es un exterior de muchos interiores, pues ella es un afuera de los adentro, ya que con el devenir del los días se ha configurado en un centro donde se dejada de manifiesto una expresión de los ideales, anhelos, encuentros y desencuentros.

El concepto de biblioteca nos hace referencia a una historia milenaria en tanto que es un espacio concebido y creado para la conservación de las memorias colectivas y con las cuales se ha vencido a la muerte, a través de un objeto denominado libros, los cuales hacen parte de la memoria de la humanidad a través de los tiempos; y como diría Felix Duque, dicho instrumento le sirve al hombre para ver la realidad que encarna su saber práctico y la propia materialidad. Hasta nuestros días el lugar caracterizado por conservar los libros es la biblioteca, proveniente de dos palabras de origen griego; biblion que significa libro o documento y teké, que quiere decir caja.

Aún cuando su etimología da cuenta de una de las tareas cootidianas de la institución bibliotecaria actual, el término biblioteca ha cambiado con el devenir y el cambio de paradigmas, lo que da cuenta de un visión que se tiene de ella, ahondando en este tema se puede centrar en algunos teóricos de la bibliotecología, con el fin de que se perciba una mirada misma de la disciplina bibliotecaria en torno a la biblioteca.

Para el teórico Jesé Shera, la biblioteca se ve como una institución social que tiene la finalidad de servir a la cultura y es un organismo de comunicación, en tanto que el bibliotecólogo desempeña el papel de mediador entre los seres humanos y sus registros gráficos. Shera en su discurso plantea un ron de la bibliotecología enmarcado dentro del proceso de la comunicación. Por otro lado, son los soviéticos, quienes resaltan la valoración del papel de la biblioteca no sólo como un componente clave en el sistema social de comunicación sino, fundamentalmente, como parte orgánica de la vida social, económica y cultural de un país y como institución formadora de la conciencia social.
La biblioteca ocupa un lugar central en la estructura de la circulación y la utilización social de los libros, de la orientación de la lectura y del servicio de información a la población, y como el espacio propicio para la formación de una personalidad armónicamente desarrollada, esto es, la biblioteca como base de la educación en tanto contribuye a la formación del aspecto espiritual y de la conciencia política y social del hombre, y como centro de divulgación de los logros de la ciencia y de la técnica: "La biblioteca es una institución ideológica y científico-informativa"[5], que orienta la labor educativo-cultural y de información a toda la población. En resumen, según la Bibliotecología soviética, las bibliotecas son instituciones culturales educativas, ideológicas y científico-informativas que posibilitan la participación de las comunidades en la toma de decisiones políticas, económicas, científicas y culturales[6].

Hoy en día la Biblioteca, institución esencial de la Bibliotecología representa el lugar de encuentro de situaciones, contacto o acciones conjuntas entre individuos de distinta cultura y de los sujetos mismos. En tanto que como conservadora de la memoria colectiva facilita el acceso a las ideas a través de los soportes bibliográficos, posibilita el espacio para el encuentro entre los sujetos a diferentes actividades del arte, las letras, el entretenimiento y la lectura, además de ser un espacio en donde los sujetos se ven encontrados con los otros y tocados, cambiados, replanteados y sentidos en las almas. Por lo anterior, la biblioteca es una interacción comunicativa con la otredad, con lo diverso, con las diferencias económicas, sociales, culturales y étnicas.

La Biblioteca al estar inmersa en un espacio semiótico sirve de traductora y puede situarse como filtro pues codifica los signos y los hace públicos, los hace palabras, los acerca a la sociedad. Por ello, comunicar es un acto de creación y reinvención, a la vez que permite el encuentro, pues comunicar interculturalmente es llegar a la construcción de comunidad que, a pesar de las diferencias se comunican, interactúan, hacen consensos y se identifican en la diversidad.

Los encuentros y desencuentros proporcionados en una biblioteca, se dan en tanto que los libros, haciendo alusión a la poética, son los sujetos que los escribieron. Al transitar un habitante o lector entre los anaqueles, al rozar su dedos por es piel del material materializada en las pastas, los lomos, las hojas, los cds, las pantallas y teclados; al dejar que sus ojos, yemas de los dedos y oídos, lean cada palabra, cada frase, cada idea. Hoy un contacto entre seres y objetos, objetos con objetos, seres con seres, ideas con ideales, sueños, criticas y sentires. Esto afirma que en las bibliotecas hay contactos.
También se dan en tanto que el sujeto es tocado en su espíritu, por lo que en las memorias colectivas pudieran representar en la individualidad; los acontecimientos que allí se gestan desde el espacio de la promoción y animación de la lectura, la extensión cultural, los talleres, las charlas, los servicios creados según las necesidades de las comunidades y el estudio de usuarios.

Ella al ser vista desde afuera, presenta generalmente y de forma tradicional un espacio donde hay un cúmulo de objetos bibliográficos; sin embargo, al interior de ella se vislumbra el afuera, sólo cuando se posee claridad del entorno donde se encuentra inmersa, en el momento en que se establece las necesidades informacionales y de extensión presentadas por la comunidad usuaria directa, sólo allí la biblioteca pude desplegar sus programas y servicios para cumplir con su papel de traductora de interculturalidad.

A través de su papel como traductora y posibilitadota del contacto, la Biblioteca logra la intersección entre el conocimiento registrado, el lector y su herencia cultural, es decir propicia el encuentro con la tradición. Por otro lado, esta institución constituye, en una sociedad de excluidos, el agente que se ubica en la resistencia de las representaciones hegemónicas de la semioesfera, el lugar de encuentro de lo subalterno, lo marginado, los movimientos sociales que entablan una posición de lucha o batalla por el reconocimiento social, por la interacción, la cooperación y por el uso de la palabra y la participación activa.

La Biblioteca, al estar unida a la cultura, desarrolla proyectos culturales y comunicativos integradores y democráticos que permitan a los diversos grupos ser actores en su mundo social y convertirse a la vez en agentes de cambio y renovación socio-cultural. Este enfoque ubica a la biblioteca como una institución cultural difusora de sentidos, intercambios comunicativos, sociales y culturales. Por tanto, al propagarse la cultura también se transforma la ciudadanía, la participación y la acción política pues se valora lo diverso, las distintas formas de pensar, actuar y vivir el mundo de la vida.

Dicha institución como espacio de interacción, unión, comunicación intercultural pero también como comunidad de lectores, de agentes culturales y de promoción social está llamada en el mundo global a recuperar su poder de unir mentes, proyectos y acción pública, mediante procesos de alfabetización, cuya acción no se limita a la enseñanza de la lectura y la escritura, también abarca la alfabetización política, cultural, científica y tecnológica. De esta manera, esa práctica realizada por ese espacio de encuentros y creación, como es la biblioteca, se convierte a la manera de Martín-Barbero en “práxis educativa que devuelve a los hombres su derecho a decir lo que viven y sueñan, a ser tanto testigos como actores de su vida y de su mundo”, pues es cierto que “el analfabetismo se revela como consecuencia estructural de un sistema injusto que domina excluyendo a las mayorías de aquel espacio cultural en que se construye la “participación-acción”[7].

Todo ello revela la importancia de la Biblioteca pues puede convertir su acción en una verdadera praxis cultural donde la comunicación, la lectura y la cultura se construyen en proyectos políticos de integración e identificación de las comunidades, esos espacios representan la posibilidad de la participación, la libre expresión y la creación cultural de una localidad, región o país para construir y reconstruir su propia realidad. En donde sus espacios de afuera son los de adentro y los de adentro son los de afuera, se va apuntando a la necesidad de pensar que las bibliotecas dejaron de ser los almacenes de los libros, y son un espacio para el contacto.


Bibliografía


CHUBARIAN, O. S. Bibliotecología general. La Habana: Ministerio de Cultura, 1976. p. 57

MARTÍN-BARBERO, Jesús. La educación desde la comunicación. Buenos Aires : Norma, 2001.

M. DE MICHELIS, Magdalena Scimemi; Miralles Tagliabue. Obras y Proyectos

MESA GONZÁLEZ, Carlos Enrique. Humedales en las rasantes misógina : Valle de Aburrá. 64 p.

PARDO, Jose Luis. Sobre los espacios pintar, escribir, pensar. Ediciones del Serbal, 1991.

[1] MESA GONZÁLEZ, Carlos Enrique. Humedales en las rasantes misógina : Valle de Aburrá.
[2] Ibid.
[3] PARDO, Jose Luis. Sobre los espacios pintar, escribir, pensar. Ediciones del Serbal, 1991. p. 148
[4] M. de Michelis, Magdalena Scimemi; Miralles Tagliabue. Obras y Proyectos
[5] CHUBARIAN, O. S. Bibliotecología general. La Habana: Ministerio de Cultura, 1976. p. 57
[6] Ibid., 367 p.
[7] MARTÍN-BARBERO, Jesús. La educación desde la comunicación. Buenos Aires : Norma,

2001. p. 40








(Noviembre 2006)

noviembre 02, 2009

REFLEXIÓN EN TORNO A LA BIBLIOTECA

Imagen de Chema Manzon

Cuando se hace alusión a los avances desde la tecnologías, enmarcados en contextos como la medicina las charlas y el devenir de ideas, confluyen en elogios para la ciencia, pues se ofrece día a día una posibilidad física para enfrentar (que a la larga no es más que generar más expectativas de vida) la muerte corporal. No es raro imaginar los cambios que pudiesen realizar para aquellas instituciones dedicadas a las salud. Incluso se pueden ver como normal el hecho de que un cirujano en China y otro en Australia, dirijan la intervención quirúrgica de algún individuo en la ciudad de Medellín. ¿Se puede hacer raro esto?, ¿Cambiará esto en algún momento la función del médico y el papel social que representa el Hospital San Vicente de Paúl?.

Existen otras instituciones que deben hacer este tipo de preguntas, aquellas que están enmarcadas dentro de las ciencias sociales y humanas, pues ellas igualmente han de afrontar diversos cambios y posicionasen en un mundo donde las tecnologías crean nuevos paradigmas. Una de ellas, la que nos convoca en esta reflexión en particular es la Biblioteca, pues ella es albacea de la memoria colectiva de la humanidad, y sus roles y funciones se ven, con mayor frecuencia, cuestionados. Por lo anterior se parte de la siguiente pregunta: ¿cómo puede ver afectado el papel y la función de las bibliotecas ante los nuevos formatos de almacenamiento y distribución de la información y la memoria colectiva, ante el auge y proliferación de las Tecnologías de Información y Comunicación?

Las bibliotecas poseen un material primo en ellas, la memoria, haciendo un recorrido por los autores que han abordado el tema de la memoria, nos encontramos a Leroi Gourhan quien plantea que “lo propio de las sociedades humanas es acumular las innovaciones técnicas y conservarlas, lo cual está ligado a la memoria colectiva, mientras que depende del individuo organizar sus cadenas operativas, conscientemente, hacia la fijación de procesos operatorios nuevos”[1]. Para él la memoria colectiva puede dividirse en cinco períodos: el de la transmisión oral, el de la transmisión escrita con tablas o índices, el de las fichas sencillas, el de la mecanografía y el de la separación electrónica.

Con todas estas memorias colectivas se dejan huellas, con las cuales se ha vencido a aquella venerada y temida en todas las comunidades sociales, la muerte. El hombre logro exteriorizar su ser pero cuando se mantuvo de generación en generación los acontecimientos individuales y colectivos, se asumió que se ha vencido a la muerte, que para algunos poetas no deja algo a alguien relegado al olvido .

Entre una infinitud de huellas se encuentran los libros, los cuales hacen parte de la memoria de la humanidad a través de los tiempos; y como diría Felix Duque, dicho instrumento le sirve al hombre para ver la realidad que encarna su saber práctico y la propia materialidad.

Estos objetos denominados actualmente como libros han pasado, a través de los siglos, por diferentes momentos, en los cuales su soportes han cambiado, y de igualmente han posibilitado nuevas lectura e interpretaciones del mundo. Son considerados como una de las mayores fuentes de memoria o forma física de almacenamiento de conocimiento de la humanidad . Por supuesto, ellos han pasado por diferentes estados y concepciones, que al ir cambiando, necesariamente traen consigo nuevas visiones.

Las nuevas presentaciones de libros digitales o electrónicos, crean posiciones diferenciadas con respecto a las biblioteca. Estos nuevos formatos enmarcados dentro de las nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), que al igual que “las tecnologías se convierten entonces en coadyuvantes y en obstáculos en los tres géneros de comunicación, cada uno con su estilo, sus ventajas y sus inconvenientes. Las tecnologías transforman esos géneros de comunicación, para lo mejor y para lo peor”[2]. Algunas personas asumen que las bibliotecas han de desaparecer de la misma forma como auguran la pronta desaparición de los libros de papel, pues se debe mirar un futuro donde las TIC predominan. Una realidad innegable es considerar que los libros cambien sus formatos, igual se que ha realizado durante el devenir histórico en que hemos sostenido las diferentes memorias. Es teorizante pensar que la biblioteca no cambiase también como lo ha hecho en diferentes momentos. Por ello se debe pensar que dicha institución es llamada a deconstruirse para afrontar los nuevos paradigmas, pero sobre todo que esta deconstrucción se realice sin dejar a un lado su principal sustento, el apoyo a la construcción social.
El hombre ha aprendido a desenvolverse en el espacio, por ello él ha creado uno especialmente caracterizado por conservar los libros, la biblioteca (proveniente de 2 palabras de origen griego; biblion que significa libro o documento y teké, que quiere decir caja.). La cual indudablemente ha pasado, a la par que los libros, por diferentes momentos en que su papel cambie, pasando de almacenadora, a ordenadora y luego a clasificadora y catalogadora. Actualmente en la biblioteca se realizan actividades que contribuyen a la creación y transmisión de valores o de significados, cuyo fin es modelar el comportamiento social mediante la formación de las personas y su integración a las convenciones y estructuras culturales por medio del libre acceso al conocimiento contenido en los registros gráficos.

La biblioteca conserva las huellas, que hace parte de la memoria de la humanidad, posibilita el intercambio y genera el espacio para la convergencia de la diferencia, su rol se percibía como algo establecido, sin embargo, es imprescindible el replantear la concepción tradicional de la biblioteca, pues “las nuevas comunicaciones no cambian pues solamente la forma de los antiguos entramados o la densidad de su enmallado, sino que transforman el espacio habitable mismo, la faz de la tierra, mañana desertada, quizá, por las raíces de la planta y los nichos animales. En el momento mismo en el cual solamente se habla de redes, ya no hay redes, sino solamente esa extensión nueva, sin medida de distancia, sin nudo físico ni encrucijada en la cual circulan móviles.”[3]

Sin embargo, siendo a un lógico que la biblioteca se vea obligada a una apertura diferente, una visión diferente, y a estructurarse en el espacio de forma diferentes, cómo todo esto puede afectar los entramados culturales que se generan en ella. La biblioteca se considera una institución social tan importante como la escuela o la empresa, máxime en el tiempo actual, cuando la información se ha convertido en un componente fundamental de la dinámica mundial en todas las actividades humanas. Así, en la biblioteca se realizan actividades que contribuyen a la creación y transmisión de valores o de significados, cuyo fin es modelar el comportamiento social mediante la formación de las personas y su integración a las convenciones y estructuras culturales por medio del libre acceso al conocimiento contenido en los registros gráficos.

La visión de una biblioteca con un claridad de sus usuarios como mercaderes de información hace a la configuración del espacio bibliotecario como el predispuesto por “una cultural material, al disponer de las cosas en orden a crear ciertos espacios, estable las condiciones para que tal o cual acontecimiento tenga lugar, y del acontecimiento sólo sabemos, en definitiva, por las huellas que ha dejado en el espacio, por el espacio que ha constituido con esa suerte de decoración cultural. En este aspecto en el que el espacio se nos aparece como algo cercano, como el conjunto de las formas de estilización de la existencia configuradas por los diferentes muebles e inmuebles que lo pueblan.”[4]

Los usuarios de las bibliotecas no dejan de ser sujetos productos de sus hábitos y que se consisten en su memoria, así mismo la biblioteca no deja de ser el monumento donde se accede a la memoria colectiva. Este acceso se propicia en la mayoría de los casos por el acceso a los documentos.
Los documentos son toda base de conocimiento expresada en un soporte material y susceptible de ser utilizada para consultas, estudios o pruebas, según Lopez Yepes y con base en dicha definición Briet expresa que el documento es “todo indicio concreto o simbólico, conservado o registrado con el fin de presentar, reconstruir o probar un fenómeno físico o intelectual”. El concepto así tratado posee un sentido muy amplio y todo puede ser interpretado como documento. Tanto lo que tiene una expresión material no sólo lo estricto: manuscritos e impresos, folletos, hojas sueltas de propagandas, sino también gráficos, fotografías, dibujos, planos, películas, discos, cintas magnetofínicas, estadísticas, e incluso monumentos, objetos de la vida cotidiana producidos por el hombre o cualquier cosa natural que representa cierto fenómeno”[5].

Con el curso del tiempo las personas, las cosas y las situaciones van cambiando y se van amoldando al ritmo que este lleva. Los medios de comunicación y la TIC han influido y han determinado notablemente los pensamientos, las acciones, las formas de pensar y las actitudes de las poblaciones.

Las revoluciones de la comunicación no representan una novedad, ellas se vienen ejecutando desde el principio de la humanidad y se pudiera plantearse como la causante, incluso de nueva cultural a través del tiempo. Como lo deja manifiesto Michael Serres, el hombre todo lo comunica, sin la comunicación no podría existir, pues incluso su propio cuerpo es funciona a partir de un gran mecanismo de comunicación, o en palabras del filosofo sin la “comunicación, ningún viviente podría sobrevivir: es ella la que mantiene y caracteriza la vida, ... ()los vivientes intercambian energía e información, comunican mediante duro y blando”[6].

Actualmente es Internet la ultima gran revolución, impulsada por la electrónica y luego por la tecnología digital, son apoyadas en las TIC. La gran red de redes ha posibilitado el que millones de personas interactúen virtualmente, es decir sin necesidad de presencia física las personas pueden recorrer países y culturas diferentes en cuestión de minutos, prácticamente dos personas ubicadas en la porte opuesta del planeta pueden realizar encuentros en tiempo real, así también la información. Ya el espacio que habitamos ha cambiado, pues “no habitamos ya de ahora en adelante esta forma en enrejado o cuadrícula, sino un espacio cualitativo, sin referencia, puntual o polar, ni distancia”[7]. Debemos repensar los espacios de las instituciones, el hábitat, pues ya con las redes desplegamos lugares de no derecho, los que implica necesariamente el cuestionar algunos ejes de tradición bibliotecaria como los derechos de autor, el desarrollo de colecciones y los servicios de información selectiva.

Hoy en día, en un país en vía de desarrollo como Colombia, se puede encontrar una discusión en torno a la viabilidad de acceso que se ofrecen con los nuevos soportes. Tradicionalmente en las bibliotecas escolares, públicas y populares, los libros predominan en las estanterías, generando así el acceso a nuevos soportes de las memorias y producciones científicas, sólo en algunos casos y en una poca población nacional. Sin embargo, no se puede dejar el debate y la visión de los cambios que debe asumir una institución como la biblioteca ante las nuevas oleadas de las TIC. Pues ellas brindan nuevos enlaces, ofrecen rapidez, gran capacidad, actualidad y pertinencia. Las condiciones socio-económicas, no deben ser un obstáculo para las puestas en escena de realidades mundiales y mucho menos cuando ellas puedan representar un cambio de paradigma y posición de una institución que ejerce un poder político y de transformación social al interior de los individuos y la nación.

Hoy en día la Biblioteca, institución esencial de la Bibliotecología representa el lugar de encuentro de situaciones, contacto o acciones conjuntas entre individuos de distinta cultura; es vista como institución traductora de interculturalidad, por tanto genera una interacción comunicativa con la otredad, con lo diverso, con las diferencias.

La Biblioteca al estar inmersa en un espacio semiótico sirve de traductora y puede situarse como filtro pues codifica los signos y los hace públicos. A través de su papel como traductora, la Biblioteca logra la intersección entre el conocimiento registrado, el lector y su herencia cultural, es decir propicia el encuentro con la tradición.

La biblioteca por esencia es un espacio multicultural pues sus agentes son reconocidos como diversos, y a la vez propicia la interculturalidad, es decir posibilita la comunicación y el diálogo respetuoso y tolerante. Ella conserva las huellas, hace parte de la memoria de la humanidad, posibilita el intercambio y genera el espacio para la convergencia de la diferencia, su rol se ha visto transformado al albergar en ella un espacio para el arte comprometiéndose así en un espacio abierto a las representaciones culturales. Permitiendo que el hombre accedas a su memoria escrita e inscrita en las representaciones artísticas.
Para los bibliotecólogos, actualmente les es difícil reconocer sus roles profesionales, pues si bien la biblioteca se ha caracterizado por ser aquel espacio de bodega para el pensamiento humano, las necesidades y la puesta en escena de los compromisos que adquiere dicha institución para con las sociedades modernas la hacen replantearse en su función, su misión y los roles de los profesionales al frente de dichas unidades de información. Innegable el pensar que una deconstrucción pudiese genera resistencias pues es un cambio, y que este se dará en un corto tiempo pues “... si las tecnologías nuevas innovan fuertemente con respecto a las precedentes, entonces debemos esperar conmociones e incluso rupturas de una amplitud al menos equivalente a las que estremecieron”[8] a la humanidad en un pasado que irónicamente no es lejano.

La nuevas (si pudiesen llamar así) Tecnologías de la Información y la Comunicación han generado cambios en “...los soportes de la información (tecnologías “blandas” en la escala neguentrópica) parecen pues, por su flexibilidad, su velocidad y su capacidad de expansión, influir más fuertemente sobre las conductas individuales y la organización social que las llamadas revoluciones engendradas por las técnicas “duras”[9]. Si los soportes donde se almacena la información cambiaron y al mismo tiempo transformaron visiones de mundo, se plantearía una institución bibliotecaria diferente y con funciones diferentes. Pues el hombre de hoy puede seguir pensando como hace sólo un siglo, o en palabras de Serres “estas nuevas tecnologías nos hacen habitar, o sea pensar de otra manera”[10].



[1] GOURHAN, André Leori. El gesto y la palabra : la liberación de la memoria. p. 229
[2] SERRES, Michel. Hominicencias. Saint-Amand-Montrond (Cher) : Le Pommier, 2001. Traducido por Jorge Marquez, corrector Octavio A. Cifuentes Rodríguez. Escuela de Estudio Filosóficos y Culturales. Facultad de Ciencias Humanas y Económicas. Universidad Nacional de Colombia : Medellín, (Jul.- Sep., 2003) p. 118
[3] Ibid., 103
[4] PARDO, José Luis., De las formas de la exterioridad. Valencia : Pre-Textos, 1992. p. 17
[5] RENDON ROJAS, Miguel Ángel. Op.cit., p. 85
[6] SERRES, Michel. Op. cit. p. 133
[7] Ibid., p. 128
[8] Ibid., p. 125
[9] Ibid., p. 125
[10] Ibid., p. 136

octubre 15, 2009

La Retórica y la Hermenéutica una Opción para Pensar la Bibliotecología

La bibliotecología ha venido desarrollando desde diferentes momentos históricos una concepción y apropiación del concepto biblioteca como tal, actualmente se generan nuevas discusiones, críticas y teorías en torno al rol que dicha institución debe afrontar ante el auge de las Nuevas Tecnología de la Información y la Comunicación (NTIC). Los nuevos soportes de almacenamiento y distribución de la información, el auge u acceso a medios electrónicos, la “facilidad” provista por la Intenet, y el desarrollo a gran escala de bases de datos integradas; generan nuevas expectativas ante los soportes, servicios y planteamientos de la función o rol que las actuales bibliotecas deben enfrentar.

Apoyados en Casanova podemos deducir que las TIC en primera instancia han de generan la necesidad en cuanto a que surja un nuevo sujeto de conocimiento, y además de que en ellos surjan cuestionamientos en torno a los fundamentos de las diferentes disciplinas, en este caso en particular el de la bibliotecología, la cual se enmarca dentro de las ciencias humanas. Ante el devenir de la ciencia, aquellas denominadas las del espíritu, socavando en su procesos metodológicos replantean la utilización de un método científico construido por y en mayor medida para las ciencias duras. Dado lo anterior se ve apremiante la reflexión y búsqueda de diferentes modelos que contribuyan a realizar una avance en las ciencias humanas.

Así, surge como posibilidad la utilización la retórica para conferir los elementos de una nueva persuasión necesaria en la generación de nuevos hombres y fundamentos para el replanteamiento de instituciones sociales. Donde exista una claridad en posición de los hombres para que vean a la tecnología como una herramienta para subsanar los procesos de su que hacer, más no como una sustituta de su fin como profesionales en bibliotecología. Pues la retórica no trata de atender los casos generales, por el contrario ella convoca las particularidades, los cuales dentro del campo de la bibliotecología se hacen necesarios para plantearlos en una visión más contextualizada, pues sus fundamentos en America Latina, los cuales se han enmarcado principalmente desde las reflexiones anglosajonas y europeas.

Recientemente en la historia de occidente la hermenéutica lanza la propuesta de rescatar la despreciada pero nunca olvidada práctica retórica como forma valida de conocimiento. Esto pudiera dar paso a utilizar la hermenéutica en una reflexión en torno al rol que debe asumir la biblioteca desde la teoría bibliotecológica latinoamericana, en tanto se realice desde la misma producción científica registrada en textos. Pues la hermenéutica “salta de inmediato, pues donde la filosofía participa de una cultura científico-tecnológica como la cultura planetaria contemporánea, en la que nos hemos dado cuenta del poder ilimitado de la ciencia y de la importancia para orientarnos nosotros mismos, se hace imperativa la necesidad de la mediación del juicio razonable. Con las ciencias y su poder nos hemos hecho consientes de que no basta seguir reglas, métodos o aplicar tecnología a destajo; hemos comprobado que la correcta aplicación de nuestro saber y nuestro poder reclama el uso juicioso de la razón. La hermenéutica responde como filosofía a esta situación; busca legitimar una racionalidad donde prime el ethos sobre el logos, en sentido que el ethos haga parte del saber”[1].

La hermenéutica se presenta como una filosofía de la modernidad, esto en un sentido subjetivo, además reivindica dicha filosofía, pues como plantea Vattimo “...su verdad se resume en la pretensión de ser la interpretación filosófica más persuasiva del curso de los eventos del que se siente resultado”[2].




BIBLIOGRAFÍA

MARIN CASANOVA, José. La retórica como valor emergente en el tercer entorno.

GADAMER, H.G. Racionalidad hermenéutica.

VATTIMO, Gianni. Más allá de la interpretación. (Pensamiento Contemporáneo, nor. 39). Barcelona : Paidos, 1994.
[1] GADAMER, H.G. Racionalidad hermenéutica.
[2] VATTIMO, Gianni. Más allá de la interpretación. (Pensamiento Contemporáneo, nor. 39). Bacelona : Paidos, 1994. p. 48

(Junio del 2007)

septiembre 29, 2009

LA BIBLIOTECA UNA MEMORIA QUE DEJA HUELLA


El hombre se caracteriza por ser el único ser viviente que para poder vivir debe inventar su propio mundo; en lo que se pude recalcar el hecho que incluso debe tener un referente de otro para lograr ser él mismo. Además, este para poder sostener su ficción debe trasmitirla, lo cual se “aplica tanto a los bines como a las ideas..() tanto a las fuerzas como a las formas”[1]

Para la creación de dicho mundo, uno ficticio del que alardea ha dominado la naturaleza por su grandeza, sin tener la conciencia de tener que inventarla para asumir su rol dominante.
Si ha de vivir debe enfrentar la muerte y así sobrevivir, para ello ha creado diferentes formas que aflorar, desde lo práctico, lo sagrado, lo mágico, en la búsqueda de la finitud; todo esto para pretender lograr la infinitud.

Así el hombre vive en grupos de comunidades que se conforman en las diferentes maneras de estar juntos, que conllevan a crear la “existencia de las tradiciones; las cuales aseguran, de una generación a otra, la transmisión de las cadenas operatorias que permiten la supervivencia y el desarrollo del grupo social. Se puede discutir sobre las identidades y las disimilitudes, pero el grupo sobrevive mediante el ejercicio de una verdadera memoria, en la cual se inscriben los comportamientos;… () en los antrópodos la memoria propia de cada etnia reposa sobre el aparato no menos complejo del lenguaje”[2]

Las diferentes formas de lenguaje y con la técnica se ha permitido que el ser humano deje huella en su transitar humano, que termina por convertirlo en signo de la presencia ausente de la muerte. “Es correcto decir que el hombre transforma las cosas con instrumentos que, a su vez son cosas elaboradas. ().. pero es verdad decir que no hay hombres ni cosas sin instrumentos.”[3] Pero cómo surgirían las herramientas o instrumentos con los cuales el hombre pude ir creando su nicho de vida y su escudo para enfrentar la inevitable muerte, si no es a través un comportamiento técnico. Dicho proceder aborda un nivel denominado por Gourhan como específico, sociotécnico, e individual.

Ahora bien, el hombre ha vivido por la técnica, es también consecuente decir que la técnica ha configurado un papel primordial en el desarrollo de las comunidades humanas, pues son ellas las cuales han permitido la actualización de lo humano.

Y como dice Gouhan “lo propio de las sociedades humanas es acumular las innovaciones técnicas y conservarlas, lo cual está ligado a la memoria colectiva, mientras que depende del individuo organizar sus cadenas operativas, conscientemente, hacia la fijación de procesos operatorios nuevos”[4]. Este mismo autor señala que la memoria colectiva puede dividirse en cinco períodos: el de la transmisión oral, el de la transmisión escrita con tablas o índices, el de las fichas sencillas, el de la mecanografía y el de la separación electrónica.

Con todas esas memorias colectivas se dejan huellas, con las cuales se ha vencido a la muerte, entre una infinitud de huellas encontramos los libros, los cuales hacen parte de la memoria de la humanidad a través de los tiempos; y como diría Felix Duque, dicho instrumento le sirve al hombre para ver la realidad que encarna su saber práctico y la propia materialidad. Y un lugar caracterizado por conservar los libros es a su vez la biblioteca, proveniente de 2 palabras de origen griego; biblion que significa libro o documento y teké, que quiere decir caja.

Para los bibliotecólogos, actualmente les es difícil reconocer sus roles profesionales, pues si bien la biblioteca se ha caracterizado por ser aquel espacio de bodega para el pensamiento humano, las necesidades y la puesta en escena de los compromisos que adquiere dicha institución para con las sociedades modernas la hacen replantearse en su función, su misión y los roles de los profesionales al frente de dichas unidades de información.

Para el teórico Jesé Shera, la biblioteca como institución social tiene la finalidad de servir a la cultura y es un organismo de comunicación, en tanto que el bibliotecólogo desempeña el papel de mediador entre los seres humanos y sus registros gráficos. Este estaudinese, con su discurso plantea un ron de la bibliotecología enmarcado dentro del proceso de la comunicación. Por otro lado, son los soviéticos, quienes resaltan la valoración del papel de la biblioteca no sólo como un componente clave en el sistema social de comunicación sino, fundamentalmente, como parte orgánica de la vida social, económica y cultural de un país y como institución formadora de la conciencia social. La biblioteca ocupa un lugar central en la estructura de la circulación y la utilización social de los libros, de la orientación de la lectura y del servicio de información a la población, y como el espacio propicio para la formación de una personalidad armónicamente desarrollada, esto es, la biblioteca como base de la educación en tanto contribuye a la formación del aspecto espiritual y de la conciencia política y social del hombre, y como centro de divulgación de los logros de la ciencia y de la técnica: "La biblioteca es una institución ideológica y científico-informativa"[5], que orienta la labor educativo-cultural y de información a toda la población. En resumen, según la Bibliotecología soviética, las bibliotecas son instituciones culturales educativas, ideológicas y científico-informativas que posibilitan la participación de las comunidades en la toma de decisiones políticas, económicas, científicas y culturales[6].

La biblioteca se considera, pues, una institución social tan importante como la escuela o la empresa, máxime en el tiempo actual, cuando la información se ha convertido en un componente fundamental de la dinámica mundial en todas las actividades humanas. Así, en la biblioteca se realizan actividades que contribuyen a la creación y transmisión de valores o de significados, cuyo fin es modelar el comportamiento social mediante la formación de las personas y su integración a las convenciones y estructuras culturales por medio del libre acceso al conocimiento contenido en los registros gráficos.

Hoy en día la Biblioteca, institución esencial de la Bibliotecología representa el lugar de encuentro de situaciones, contacto o acciones conjuntas entre individuos de distinta cultura; es vista como institución traductora de interculturalidad, por tanto genera una interacción comunicativa con la otredad, con lo diverso, con las diferencias.

La Biblioteca al estar inmersa en un espacio semiótico sirve de traductora y puede situarse como filtro pues codifica los signos y los hace públicos. A través de su papel como traductora, la Biblioteca logra la intersección entre el conocimiento registrado, el lector y su herencia cultural, es decir propicia el encuentro con la tradición.

La biblioteca por esencia es un espacio multicultural pues sus agentes son reconocidos como diversos, y a la vez propicia la interculturalidad, es decir posibilita la comunicación y el diálogo respetuoso y tolerante. Ella conserva las huellas, hace parte de la memoria de la humanidad, posibilita el intercambio y genera el espacio para la convergencia de la diferencia, su rol se ha visto transformado al albergar en ella un espacio para el arte comprometiéndose así en un espacio abierto a las representaciones culturales. Permitiendo que el hombre accedas a su memoria escrita e inscrita en las representaciones artísticas.


Bibliografía
[1] Debray p.15-16
[2] GOURHAN, André Leori. El gesto y la palabra : la liberación de la memoria. p.216
[3] DUQUE, Felix. Filosofía de la técnica de la naturaleza. p.40
[4] GOURHAN. Op cit., p. 229
[5] CHUBARIAN, O. S. Bibliotecología general. La Habana: Ministerio de Cultura, 1976. p. 57
[6] Ibid., 367 p.


(Octubre, 2004)

septiembre 24, 2009

LA BIBLIOTECA ES LLAMADA A LA DECONSTRUCCIÓN



Apoyándonos en el logo-centrismo la dicotomía ha sido el soporte de nuestra cultura occidental, el dos, la pareja, lo bueno y lo malo, lo oscuro y los falso, lo artificial y natural, alma y cuerpo, causa y efecto; existe un mundo verdadero y un mundo falso, existe un mundo que es fundamento de un mundo fundamentado o real, peor lo real debe tener un fundamento.

Nos creamos como hombres cuando tuvimos un referente de otro, pudimos sobrevivir puesto que intervenimos el entorno, el hombre se constituye de cuerpo, el cual delimita un espacio en un tiempo especifico. Su inquietud con la muerte, su impotencia ante ella, le ha determinado una cronología temporal, que necesariamente tendrá que vivir en un espacio designado.

Una dicotomía más para el hombre, tiempo y espacio. Pero desde el punto de vista estético cómo pudiéramos encajar esto?, sería mirar lo interior como el tiempo lo exterior como el espacio. Pardo nos aclara que nuestra mirada debe ser doblada y desdoblada, pues el tiempo no es más que el despliegue de la interioridad y el espacio el repliegue de lo exterior. “El tiempo es el espacio interiorizado, y el espacio la exteriorización del tiempo, el tiempo es un repliegue del espacio y el espacio una desenvoltura del tiempo: el tiempo concentra o condensa el espacio; el espacio distiende, expande y dispersa el tiempo. Las cosas experimentadas no son así más que concentrados de espacios-tiempos, redes de relaciones, lance y colecciones de diferencias.”[1]

En el ámbito bibliotecológico, es supremamente difícil posicionar a los sujetos como un cuerpo configurado por un devenir de sensibilidad y de sentido, pues ha replegado su acepción de usuario. Los usuarios son individuos o grupos de personas, los cuales viven y poseen la capacidad de enfrentan diferentes realidades, circunstancias y problemas, en esta última ellos necesitan identificar los requerimientos informacionales necesarios y la utilización de la información, para así poder resolver sus dificultades, ya que utilizan la información para la toma de decisiones o para aplicarla en procesos de decisión. Rendon Rojas, establece que “…el usuario se encuentra dentro de la dinámica del proceso de comunicación social documental... ( )es el ser humano (ideal) que puede exigir satisfacer ciertas necesidades de información documental”[2], la cual es la que hace que él sea “el origen y fin de la actividad bibliotecaria. Él es el que motiva el proceso informativo con su deseo de satisfacer una necesidad de información y sólo con la satisfacción de ésta se culmina tal proceso”[3]. Retomando el texto “Los Usuarios” de Claire Guinchat y Michel Menou[4], se puede decir que el elemento fundamental de cualquier biblioteca, es el usuario; el cual representa el eje central, además interfiere en casi todas las operaciones de la cadena documental, en gran medida por ser él quien utiliza las fuentes de información y es el generador de nueva información y conocimiento.

Esta visión independiente que pueda o no ser la correcta para el campo bibliotecológico, da cuenta de que a el usuario no se le toma como un cuerpo configurado por un habitus y un habitat, desde los cuales el primero crea un medio técnicamente eficaz, asegura un marco al sistema social y pone un orden a partir de allí a lo circundarte, en tanto que el segundo es un dispositivo de exteriorización, con ese dispositivo pongo en algo a la síntesis de una historia que se lleva luego para la memoria (monumento).

Entonces, se pudiera pensar que la bibliotecología ha tomado como bandera su función social y como estandarte al usuario, sin embargo, ella misma no puede concebir al usuario sino como alguien en busca de una necesidad informacional; cómo representaría así su función social y transformadora, en caso de ser así. Con relación a esto la biblioteca sería solo un espacio para disponer de estantes llenos de libros, y que en dicho lugar solo se propicie la satisfacción de necesidades informativas.

La visión de una biblioteca con un claridad de sus usuarios como mercaderes de información hace a la configuración del espacio bibliotecario como el predispuesto por “una cultural material, al disponer de las cosas en orden a crear ciertos espacios, estable las condiciones para que tal o cual acontecimiento tenga lugar, y del acontecimiento sólo sabemos, en definitiva, por las huellas que ha dejado en el espacio, por el espacio que ha constituido con esa suerte de decoración cultural. En este aspecto en el que el espacio se nos aparece como algo cercano, como el conjunto de las formas de estilización de la existencia configuradas por los diferentes muebles e inmuebles que lo pueblan.”[5]

Los usuarios de las bibliotecas no dejan de ser sujetos que es producto de sus hábitos y que consiste en su memoria, así mismo la biblioteca no deja de ser el monumento donde se accede a la memoria colectiva. Este acceso se propicia en la mayoría de los casos por el acceso a los documentos.

Los documentos son toda base de conocimiento expresada en un soporte material y susceptible de ser utilizada para consultas, estudios o pruebas, según Lopez Yepes y con base en dicha definición Briet expresa que el documento es “todo indicio concreto o simbólico, conservado o registrado con el fin de presentar, reconstruir o probar un fenómeno físico o intelectual”. El concepto así tratado posee un sentido muy amplio y todo puede ser interpretado como documento. Tanto lo que tiene una expresión material no sólo lo estricto: manuscritos e impresos, folletos, hojas sueltas de propagandas, sino también gráficos, fotografías, dibujos, planos, películas, discos, cintas magnetofínicas, estadísticas, e incluso monumentos, objetos de la vida cotidiana producidos por el hombre o cualquier cosa natural que representa cierto fenómeno”[6].

Según el Diccionario de Bibliotecología y Ciencias de la Información de Martinez de Souza el documento es : “Expresión del pensamiento por medio de signos gráficos (legras, dibujos, pintura, etc.) sobre un soporte (piedra, pergamino, papel, lienzo, película, cinta, etc). Dichos aspectos son el simbólico (signos materiales) y el semántico (pensamiento) del documento, que aurados al aspecto pragmático (sujeto creador y usuarios) nos da un acercamiento semiótico al estudio del documento”[7]. El mismo autor, Rendón Rojas, propone la identificación de los documentos por sus propiedades : capacidad de conservar la memoria social y su función comunicativa social. Y que es “un instrumento de autoconocimiento, al consultarlo nos remite a la comunidad humana de la cual somos elementos”.

Lopez Yepes define el documento una perspectiva antropológica y cultural, y es “la objetivación de un conocimiento en un soporte material con la posibilidad de ser transmitido. Objetivación y posibilidad ser transmitido son las dos notas que configuran la naturaleza del documento”[8]. “Semánticamente el documento nos trasporta al mundo de la información, denota “intenciones del alma”, es decir, conceptos, juicios y argumentaciones ésta es su finalidad específica”[9]. Es un instrumento de autoconocimiento que al consultarlo nos remite a la comunidad humana de la cual somos elementos.

Sin embargo, se puede decir que los documentos de biblioteca son “aquellos que han sido difundidos en general, que representan, por lo común, productos intelectuales íntegros por sí mismos y que tienen su origen en fuentes múltiples y diversas. Son, o se proponen ser, una obra completa. Cuando se encuentran divididos en partes, su unidad viene expresada habitualmente en los propios documentos y ha sido definida por sus autores, compiladores, editores, productores o impresores. Pueden ser manuscritos, impresos, audiovisuales o electrónicos”[10].

Siendo así las cosas, podemos ver que existe un visión tradicional de la biblioteca, en la que ella se ha percibido como albacea del conocimiento o memoria social registrada, sin embargo, la modernidad, los modelos económicos, los avances tecnológicos, las nuevas estructuras sociales y las nuevos usuarios de la biblioteca, hacen que ella se virtualice, se desterritorialice, incluso se podría decir que ella se debe deconstruirse para así territorializarse en aras de los nuevos acontecimientos institucionales que surgen en la actualidad.

Es así como la bibliotecología se enfrenta ante nuevas formas de tiempo y espacio, a reestructurarse como cuerpo, así mismo a percibir a su usuarios como cuerpos, esta disciplina debe transformar su mirada miope a nuevas visiones de su que hacer, esta llamada a realizar una desconstrucción de su fundamentación y a encarar una reflexión critica de su que hacer.

BIBLIOGRAFIA
[1] PARDO, José Luis. De las formas de la exterioridad. Valencia : Pre-Textos, 1992 p. 35
[2] RENDÓN ROJAS, Miguel Ángel. La ciencia bibliotecológica y de la información ¿tradición o innovación en su paradigma científico?. En: Investigación Bibliotecológica. México. Vol. 14, no. 28 (ene.-jun., 2000). p. 81
[3] Ibid., p. 81
[4] GUINCHAT, Claire; MENOU, Michel. Los usuarios. En: Introducción general a las ciencias y técnicas de la información y documentación. España : CINDOC/UNESCO, 1992. 555 p.
[5] PARDO, José Luis., Op. Cip., p. 17
[6] RENDON ROJAS, Miguel Ángel. Op.cit., p. 85
[7] Ibid., p. 86
[8] Ibid., p. 88
[9] Ibid., p. 88
[10] SETIEN QUESADA, Emilio. Teoría biblioteco-informativa en la esfera de la cultura cubana contemporánea. En: Ciencias de la información. La Habana. Vol. 24 No. 3 (Sep. 1993); p. 8

(Febrero 2005)

UN ESPACIO POLÍTICO EN LA BIBLIOTECA



Toda sociedad posee una organización que entre otras es determinada por sus instituciones sociales y culturales. Una institución social es una estructura organizada y estable de valores, normas y procedimientos que integran a un grupo de personas con la finalidad de satisfacer una necesidad social. La institución es el mecanismo con que la sociedad organiza, orienta y realiza las actividades que llevan a satisfacer sus necesidades humanas y a aportar valores o significados culturales. Así pues, se concibe como institución social a la entidad o práctica que genera una sociedad para que desempeñe un servicio específico.

Según lo anterior, se asume a la biblioteca como una institución social en tanto que entidad universal, y a los distintos tipos de bibliotecas como organismos sociales concretos, y según la concepción del teórico en Bibliotecología Jesse Shera, como organismos de comunicación gráfica.

La biblioteca realiza actividades que contribuyen a la creación y transmisión de valores o de significados, cuyo fin es modelar el comportamiento social mediante la formación de las personas y ciudadanos comprometidos, críticos y participativos (esto especialmente en las bibliotecas públicas y populares) a través de la lectura y por medio del libre acceso al conocimiento contenido en los registros gráficos.

Una institución como la biblioteca con lleva necesariamente a procesos de transmisión y comunicación, acontecimientos fundamentales para la conformación y supervivencia de las comunidades, independiente de cualquier jerarquía establecida dentro de ella, por ello retomando a Baugarten para quien “toda cultura implica comunicación; pero la comunicabilidad universal entre los hombres, con independencia de rango social, capacidad intelectiva o habilidad técnica, no viene dada por el juicio científico, sino por el juicio de gusto estético. O sea,: no por un juicio objetivamente universal y necesario, sino por un juicio que es condición de posibilidad de aquél y, por ende, ontológicamente previo, o sea: por un enjuiciamiento universalmente válido y valorativo”[1]. La biblioteca una institución totalmente estética, que se virtualiza por medio de acontecimientos constantes que en ella confluyen, tanto de los usuarios como de la misma biblioteca.

En el cumplimiento de su misión, la biblioteca es la institución social llamada a orientar a la comunidad hacia la información y a la información hacia la comunidad, y a capacitar a ésta para el manejo y aprovechamiento racional de los recursos tecnológicos e informacionales. Es por ello que la biblioteca está en un constante desarrollo, dado que se encuentra ligada al ser del hombre, en la medida en que almacena el conocimiento bibliográfico, pudiendo así proporcionar las condiciones necesarias para satisfacer las necesidades de los lectores, además en ella se puede dar y se da el autoconocimiento del espíritu humano objetivado y permitiendo su desarrollo[2].

La Biblioteca se constituye, para los bibliotecólogos[3] en la actualidad, como un lugar que propicia el encuentro de situaciones, contacto o acciones conjuntas entre individuos de distinta cultura; ella ha dejado su función primera de bodega para libros, pasando por la clasificación y organización de documentos, la sistematización y disposición de los registros gráficos, y la evaluación de colecciones, para convertirse en un espacio donde se posibilita como un lugar de encuentros, y en ella se vive la vida pues se dan siempre a cada instante acontecimientos en los cuales los usuarios (haciendo aquí una ligera y muy respetuosa alusión al término espectadores de Felix Duque referente muy coloquial de transeúntes o viajeros, e incluso se pude hacer alusión a los viandantes) generan una interacción comunicativa con la otredad, con lo diverso, con las diferencias económicas, sociales, culturales y étnicas. Aquí podemos hacer alusión a uno los procesos más complejos de las bibliotecas, los estudios de usuarios y de comunidad. Cada unidad de información bibliotecaria esta enmarcada bajo unas políticas institucionales, unas necesidades producidas por el entorno, un desarrollo de colecciones específico según su tipología, y por supuesto unos servicios que deben satisfacer las necesidades de sus usuarios.

Al momento de dejar la mirada tradicional (especialmente la concepción de la biblioteca universitaria o especializada), ella se presenta como “el espacio de los merodeadores, de los paseantes, de lo mirones desocupados a la espera de ver cumplirse la naturaleza glauquica de lo urbano, hecha de ladrillos y de puntos de focalización efímera: luces de neno, escaparates, pero sobre todo acontecimientos inopinados, como una pelea, cualquier hecho extraño, el objeto llamativo encontrado por azar, un encuentro o reencuentro casual, acoso un accidente, todo aquello de lo que se puede luego relatar en términos de: de pronto”[4].

Por “el hecho de que nuestra existencia sea forzosamente espacial tiene, sin duda, que ver con el hecho de que somos cuerpo(s), de que ocupamos lugar. Pero ocupar lugar es sólo posible porque hay un lugar que ocupar, nuestro cuerpo mismo es espacio, espacialidad de la que no podemos liberarnos”[5], y las bibliotecas ocupan un espacio físico dentro de las arquitecturas de las urbes, las ciudades, lo pueblos, e incluso en algunos casos muy concretos incluso de las residencias de lo sujetos.

Los grupos que forman comunidad, se hace énfasis en este caso de las culturas occidentales, han tenido sitios característicos en su consolidación espacial, en los monumentos arquitectónicos que crean pues pertenecen a “una cultura material, al disponer las cosa en orden a crear ciertos espacios, establece las condiciones – especie de aprioris precarios y provisionales – para que tal o cual acontecimiento “tenga lugar”, y del acontecimiento sólo sabemos, en definitiva, por las huellas que ha dejado en el espacio, por el espacio que ha constituido con esa suerte de “decoración” cultural. Es, sin duda, en este aspecto en el que el espacio se nos aparece como algo –incluso excesivamente- cercano, con el conjunto de formas de estilización de la existencia configuradas por los diferentes muebles e inmuebles (en sentido lato) que lo pueblan”[6]. Es así como al ir armando esa comunidad hay elementos que se podrían denominar aquí como característicos como son las iglesias, los hospitales, las escuelas, y entre muchos otros incluiríamos las bibliotecas.

La biblioteca por esencia, y sin hacer mucho énfasis en los grandes aporte arquitectónicos bibliotecarios como los brindados por Aalto[7], se constituye como un espacio multicultural pues sus agentes son reconocidos como diversos, y a la vez propicia la interculturalidad. De esta manera la biblioteca permite el contacto entre la malla de significados o sentidos propios de la cultura, posibilita además, la comprensión de los sentidos que tienen las cosas y objetos para los otros. La Biblioteca logra la comunicación intercultural “cuando se llega a un grado de comprensión aceptable para los interlocutores, es decir, cuando los interlocutores son capaces de comprender acertadamente lo que unos y otros quieren decir, porque comparten significaciones en un grado suficiente o muy profundo. La búsqueda de la eficacia intercultural conduce a crear competencia comunicativa: poder sentirse competente para comunicarse con los otros miembros de otra cultura”[8].

El monumento biblioteca es creado en la mayoría de los casos por necesidades comunitarias, intereses privados y/o por administraciones de poderes oficiales que necesitan consolidar grupos para saciar cierta necesidad educativa, sin embargo la erección de dicha institución y su funcionamiento en el que hacer diario, donde se confluyen los diversos acontecimientos y virtualizaciones de ella misma y sus usuarios; esta biblioteca se convierte en una institución que brinda un espacio de interacción, unión, comunicación intercultural pero también como comunidad de lectores, de agentes culturales y de promoción social está llamada en el mundo global a recuperar su poder de unir mentes, proyectos y acción pública, mediante procesos de alfabetización, cuya acción no se limita a la enseñanza de la lectura y la escritura, también abarca la alfabetización política, cultural, científica y tecnológica. De esta manera, esa práctica realizada por ese espacio de encuentros y creación, como es la biblioteca, se convierte a la manera de Martín-Barbero en “práxis educativa que devuelve a los hombres su derecho a decir lo que viven y sueñan, a ser tanto testigos como actores de su vida y de su mundo”, pues es cierto que “el analfabetismo se revela como consecuencia estructural de un sistema injusto que domina excluyendo a las mayorías de aquel espacio cultural en que se construye la “participación-acción”[9].

El espacio de la biblioteca debe ser asumido y concretamente posicionado como diría Pardo en un espacio subjetivo. En donde el “espacio subjetivo, pensamos, sólo existe para nosotros, es decir, como correlato de nuestras viviencias, no es objetivo pues no está lleno de objetos sino de significaciones, las que nosotros otorgamos a las cosas y enseres que lo pueblan al nombrarlos y percibirlos, está siempre lleno de sentido, de perspectivas, de escorzos, puntos de vista, proximidades, distancias, lejanías y relaciones que sólo para nuestra conciencia tienen sentido y que no serían mensurables en términos físio-(geo)-métricos.”[10]

Todo lo anterior nos revela la importancia de la Biblioteca como monumento que deja huella, y “( )...los monumentos (y con ellos las plazas, los jardines y los parques) forman parte de un triple modo de espaciar, de “hacer sitio” público y de “hacerle sitio” al público”[11], en este caso en particular a los usuarios. La biblioteca puede convertir su acción en una verdadera praxis cultural donde la comunicación, la lectura y la cultura se construyen en proyectos políticos de integración e identificación de las comunidades, esos espacios representan la posibilidad de la participación, la libre expresión y la creación cultural de una localidad, región o país para construir y reconstruir su propia realidad.

No obstante, la Biblioteca como agente dinamizador no puede estar sola en su rol intercultural y comunicador, el profesional en Bibliotecología está directamente encargado de generar otros sentidos con su acción, pues “si los hombres transforman el mundo al pronunciarlo, al decir la palabra, el diálogo se impone como camino por el cual los hombres ganan significación en cuanto hombres”[12].

Los bibliotecólogos y las bibliotecas deben hacer frente a los nuevos espacios que confluyen en su que hacer, como lo son las bibliotecas electrónicas, digitales y virtuales, así mismo los fenómenos globales económicos, en palabras de Felix Duque “la expansión planetaria del Mercado, que ha invadido la esfera cultural –antes tan elitista- de tal modo que nadie le extraña oír hablar ya de “industria cultural”[13].

Urge la necesidad de que los bibliotecólogos amplíen el espectro de análisis, actitud y producción investigativa en torno a la apropiación y producción de tecnología dentro de su disciplina en el mundo de hoy, pues la profesión puede generar el diseño de programas de cooperación y colaboración institucional entre estudiosos, investigadores y entre la misma comunidad bibliotecológica, en torno a la apropiación y producción de tecnologías y además, contribuir al intercambio de información y a propuestas de innovación tecnológica en diferentes medios.

En este sentido, las palabras de Alejandro Parada revelan una denuncia y una urgencia para que los bibliotecólogos emprendan el reconocimiento de sus características esenciales pues, dice el autor, “si no recobran la dimensión social de la profesión y fuerzan con ello al necesario equilibrio con la nueva visión empresarial-pragmática que hoy impera en muchas entidades nuestro quehacer perderá su cuota de humanidad y solidaridad, y estará condenado a vegetar como otro tecnicismo más, o en todo caso, como una profesión ancilar y sin personalidad alguna. Debemos, pues, velara por ”una Bibliotecología no fundada sobre el elitismo y la hegemonía, sino sobre la comunidad, la resistencia y el progreso”[14].

La Bibliotecología no puede desconocer el impacto de las nuevas tecnologías, el avanzado proceso de globalización al igual que la interconexión que trajo la Internet y los nuevos referentes culturales que ello ha propiciado; pues, la cibercultura representa la creación de nuevos espacios, sentidos, símbolos, interacción y comunicación mediatizada. En ese ámbito virtual, en el atmósfera de la red se establecen las nuevas construcciones sociales. En consecuencia, la reflexión que puede aportar el profesional en Bibliotecología, en torno a la cibercultura debe ser sobre la posición asumida por las personas usuarias de la red para que no se pierdan como seres sociales, políticos y culturales en el mar cibernético de las mediaciones.

La Bibliotecología debe redimensionar este espacio virtual como una de tantas posibilidades de interacción, conversación y acción de las personas; pero sin olvidar que debe seguir expandiendo aún más su acción educativa, social y de promoción cultural en otros medios que no están en el ciberespacio sino en la realidad social; pues para nadie es desconocido que la red está limitada sólo a un porcentaje de la población.

La Bibliotecología debe preguntarse ¿cuál es la esencia de su quehacer, qué valores y cuál es el papel cultural que va a asumir ante la invasión del paradigma tecnoeconómico? En este caso es vital que recupere su esencia cultural y socio-política, al igual que su compromiso con la comunicación utilizada para hacer surgir al mundo como horizonte de palabra, como la forma de interconectar efectivamente las personas, como una experiencia del convivir, de la solidaridad; para que ella sirva al desarrollo socio-cultural, al encuentro con otros mundos, otras culturas ya que sólo a través de la comunicación logra sobrevivir la cultura.

La Biblioteca es un monumento que contribuye a la reorientación y reorganización del espacio político: uso cultural del libro y del saber, redimensionando la comunicación y la transferencia como unión de mentes humanas que se construyen por medio de registros gráficos, a la manera de decir de Shera, sirviendo de puente y motor del avance tecnológico y la formación de un espíritu investigativo y científico; preservando el conocimiento, a la vez que propende por el desempeño de los profesionales como gestores culturales, sociales y políticos.

BIBLIOGRAFÍA
[1] DUQUE, Felix. Arte público y espacio político. Madrid : Akal, 2001. p. 78
[2] RENDON ROJAS, Miguel Ángel. La ciencia bibliotecológica y de la información ¿tradición o innovación en su paradigma científico?. En: Investigación Bibliotecológica. México. Vol. 14, no. 28 (ene.-jun., 2000); p. 39-40
[3] Hecho que se debe recalcar, pues lo importante y trascendental no es que los bibliotecólogos lo perciban y se hagan consientes de esto, lo que es representativo es el lograr que sean las profesiones y personas externas a la profesión que sean consientes de ello.
[4] DELGADO, Manuel. Ciudad líquida, ciudad interrumpida. Medellín : Universidad de Antioquia, 1999. p.134
[5] PARDO, José Luis. Las formas de la exterioridad. Valencia : Pre-Textos, 1992. p.16
[6] Ibid., p. 16-17
[7] Alvar Aalto, arquitecto finlandés. Quien es uno de los más importantes representantes del Movimiento Moderno de arquitectura, construyó la biblioteca de Viipuri que, supuso toda la innovación en la concepción de lo que es la arquitectura bibliotecaria. Las soluciones que propuso, hoy ya normales, fueron absolutamente novedosas en su tiempo; el edificio en sí mismo, su concepción de espacios y su distribución, su mobiliario y el estudio de los condicionantes medioambientales, de decoración, entre otros, hacen de esta biblioteca un ejemplo que significó todo un nuevo enfoque de las bibliotecas en el siglo XX.
[8] AUSTIN MILLÁN. Tomás R. Comunicación intercultural. [En línea]. URL: http://tomaustin.tripod.cl/intercult/comintuno.htm (Consultada el 10 Marzo de 2003)
[9] MARTÍN-BARBERO, Jesús. La educación desde la comunicación. Buenos Aires : Norma, 2001. p. 40
[10] PARDO, José Luis. Op. Cit., p. 20
[11] DUQUE, Feliz . Op. Cit., p. 112

[12] FREIRE, Paulo. Pedagogía del oprimido. México: Editorial Siglo XXI,1979. p. 98
[13] DUQUE, Feliz . Op. Cit., p. 110
[14] PARADA, Alejandro. Bibliotecología y responsabilidad social. En: Revista Información, Cultura y Sociedad. Buenos Aires. No. 1, (1999); p. 70

(Diciembre 2004)

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