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febrero 22, 2012

Un amanecer


Laborar en un espacio bibliotecario, indudablemente hace que cada día diferente y absolutamente impredecible.


Desde todos los espacios y cargos, cada uno se prepara para recibir y dar, mientras la luz entra poco a poco, los lápices se buscan, los computadores se prenden, las listas de tareas se revisan, se abren las puertas y lentamente ingresan las historias de vida, los sueños congelados o volátiles, las necesidades informacionales profundas casi insondables y aquellas que fueron impuestas, las ganas de compañía en medio de la soledad, el amor por las palabras, las sorpresas y los retos.
Un día cualquiera al brindar referencia puedes aprender lo inimaginable que te salvara la vida, al hablar con los usuarios que habitan o simplemente la transitan te podrías encontrar contigo mismo. O puede programar una actividad que te imaginas puede desarrollar un tema cualquiera, pero cuando se ejecuta, simplemente cambio la vida de muchos.

Así, que cada día que estamos disfrutando de nuestro hacer bibliotecario podemos ver cada momento como un amanecer y sentirás: inspiración, decepción, alegría, tristeza, calidez o frío. Te puedes maravillar o simplemente miras y lo dejas pasar. 

octubre 13, 2011

DE SERES Y SENTIRES: LECTORES Y USUARIOS


Todo usuario y todo lector, hace una expansión de su ser y sentir en el contacto físico, intelectual o emocional en la biblioteca, solo queda preguntarse ¿qué tan claro está para el bibliotecólogo todas estas manifestaciones del sujeto ante su hacer?.

Imaginen cuando entran a la biblioteca, ese, el lugar que genera encuentros de personajes y personas, cuando miras cada movimiento de los que transitan entre anaqueles y hojas. Variedades como tantos sujetos hay, historias que van cobrando un tinte diferente a cada instante, a cada encuentro, a cada palabra dicha o callada, con cada material prestado o consultado, con los cruces de miradas y las sonrisas cómplices con ese usuario o con ese lector.

En alguno momento de esos que hay cierre del servicio por inventario, el cansancio se hace presente cuando cuentas, revisas, analizas si es pertinente ese material o no, cuando ves que en el catálogo aparece disponible un material pero por más que buscas dicho objeto carece de presencia física en el lugar, un colega manifiesta que “la mejor forma de tener organizados los libros es sin usuarios”, las risas brotan y los agudos cansancios reflejan el fastidio y el tedio, la alegría, satisfacción, admiración o temor que se generan en algunos encuentros. Así sin más, viene a la mente la pregunta constante, atendemos usuarios o lectores.

Estéticamente todo vamos asumiendo roles de diferentes índoles, que se salen de esas categorías imprevisibles ante teóricos que están empecinados en darte un sustento para poder nombrar de manera apropiada a un sujeto que entre a la biblioteca. Surgen así los encuentros con particularidades como las de un usuario que siempre llega a la biblioteca y entra inmediatamente abren las puestas, lee de todo revistas, prensa y libros por montones y luego de considerarlo un gran usuario y un excelente lector le hablas y te das cuenta que su única auto-terapia para dejar el alcohol es estar en la biblioteca y leer de todo para calmar las ansias de una trago doble.

O el lector de los dedos, ese que siempre que llega inicia su recorrido por los anaqueles con un caminado lento, toca con su dedo indicie todos los lomos de los libros que dan a su altura visual (nunca mira para abajo, nunca mira para arriba) cuando menos te lo esperas el dedo le indica cual es libro del día, cuidadosamente lo toma, con un acto magistral lo posa sobre la misma mesa de siempre, abre el material y lo imaginas clarividente pues su mirada siempre está en el marco de la puesta mientras sus dedos lectores pasan cada hoja con un cuidad exagerado, al cabo de una cuantas horas los dedos están cansados y cierran el libro, el cuerpo sin mucho afán sale con los dedos cansados de leer.

Hay niños lectores, que saben más que tu (aún cuando él solo tiene  9 años y tu 27) sobre la segunda guerra mundial, y sin piedad ni clemencia te cuestiona la ausencia de materiales que sean más claros sobre el papel de los nazis en Colombia durante los años 40’s, pero luego te regalan un dibujo de Bambi pues para él no existe nadie más tierno que tu.

Existen usuarios que te hablan por horas sobre toda la colección que hay, lo que falta para hacerla más firme en cuanto a clásicos y los materiales que debería de disponer para lograr desarrollar una colección contemporánea, de esos que siempre que te están hablando con un libro en la mano, antes de compartírtelo pasan lentamente las hojas por enfrente de su nariz y lo inhalan lentamente para luego entregártelo en tus manos y recomendártelo por ser un excelente trabajo literario.

Muchos usuarios te piden ayuda para sus deberes académicos, muchos lectores te comparten sin fin de referencias, otros solo te miran desde la distancia y cuando te hablan solo un susurro de gratitud les surge por el préstamo del material que le proporcionas.  Para cada uno, la biblioteca le significa un lugar diferente, para cada sujeto sea lector o usuario (e incluso ambos a la vez) su adentro se le reflejan en un afuera lleno de palabras leídas o no, calladas o pronunciadas, entre libros y estanterías, entre sus encuentros y desencuentros proporcionados por ese lugar que es la biblioteca.

mayo 24, 2011

La Biblioteca una Geografía del Contacto

La disponibilidad estética propende a lo afectivo y, en este caso, a los seres ‘afectivos’ en tanto que son afectados por quienes los rodean (incluso por quienes están en la distancia); caso particular. la institución social denominada biblioteca, donde confluyen los componentes de lo humano: materialidad, corporalidad y patrimonio cultural o inmaterial. Ahora bien, sí “como nuestra piel, la habitación humana también es una superficie de separación y de contacto, un intervalo de trasvases y retenciones[1], lo es asimismo la institución que, vestida de habitación cubre al espacio. ¿Cuál espacio? El de la biblioteca. Espacio-habitación que afecta a quienes transitan por ella, a quienes moran en ella, a quienes laboran en ella, en suma a quienes la cohabitan y forman allí una comunidad de soledades.

La biblioteca permite un reencuentro y una separación, en tanto que los materiales documentales allí dispuestos, sin importar el tipo de soporte, son posibilidades de visiones, amores, ilusiones, saberes. En fin, permite aperturas de sensaciones, ideas, producciones o críticas entre los lectores para con los textos, los autores y hasta para con sus interlocutores. Del mismo modo, la biblioteca como espacio orgánico habitado genera posibilidades de agrupación, de interacción con el otro, sin desmedro del simple hecho de transitarla o pasear en esa multitud su propia soledad y confrontarla a otras soledades, las de los hombres, las de los escritores y las de la propia historia. Pues en “sus muros agitados y porosos, se abren y se cierran lo que somos y lo que no somos, lo pasado y lo presentido. El interior y el exterior se sustancian y se compenetran[2].

No es sólo institución y espacio, pues en ella se registra la escritura: ella es también “un método de construcción de espacios y de inserción en los espacios. Entonces, lo que se escribe vive en la escritura”[3]. Puede decirse a partir de aquí que la biblioteca está siempre en disposición de seguirse haciendo. Es dinámica en tanto se conserve una memoria colectiva cambiante, convirtiéndose así en un espacio para hacer tejido social.

Cabe anotar que la biblioteca, vista desde fuera, constituye generalmente y de forma tradicional un espacio donde hay un cúmulo de objetos bibliográficos. Sin embargo, en su interior se vislumbra el afuera, pero sólo cuando se posee claridad del entorno donde se encuentra inmersa; allí, la biblioteca puede desplegar sus programas y servicios para cumplir con su papel de traductora de interculturalidad, momento en que se establecen las necesidades informacionales y de extensión de alguna comunidad usuaria directa.


[1] MESA GONZÁLEZ, Carlos Enrique. Humedales en las rasantes misógina : Valle de Aburrá. [Archivo electrónico facilitado]. Escuela de Estudios Filosóficos y Culturales. Facultad de Ciencias Humanas y Económicas. Universidad Nacional de Colombia : Medellín. 2.005 p. 13

[2] Ibíd., p.13

[3] PARDO, José Luis. Sobre los espacios pintar, escribir, pensar. Ediciones del Serbal, 1991. p. 148.

nota: Foto del Parque Biblioteca España - Medellín

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