mayo 01, 2011

La biblioteca y la tecnología

En el nuevo orden mundial, propio de la revolución tecnológica, la información cobra un valor especial, pues se plantea como la panacea para el capitalismo, dado que “la información está al servicio de la fuerza, ella se convierte en potencia misma[1]. Cabe anotar aquí el adagio popular: quien tiene la información tiene el poder. Esto nos aventura entonces a plantear la biblioteca como un elemento condicionante de la dinámica económica, socio-cultural y política de las comunidades. Pues en la actualidad, cuando el pensamiento de nuestra época parece dominado por los problemas de producción, circulación, acceso, almacenamiento y posesión de conocimientos, vemos que la información juega un papel fundamental para los ejes de poder. Incluso “las tecnologías de la información y la comunicación predominan sobre las de la destrucción[2]. Y como dice Huyghe: “podría suceder que la expansión de las tecnologías suaves se acompañe de conflictos duros. Conflictos que tienen la información como arma, como envite y como objetivo[3]. Por consiguiente, las nuevas tecnologías de la información y la comunicación producen, adquieren, guardan, transforman, comunican y representan indagaciones que se convierten en el paradigma a seguir por las ciencias y profesiones relacionadas con la comunicación, la información, el conocimiento e incluso con la cultura.

Por lo que respecta a mi oficio, algunas de las tecnologías relacionadas directamente con el campo bibliotecológico son integradas por las tecnologías de la información y la comunicación; con ellas se hace la apropiación de los aparatos donde se instalan los programas propios para la optimización de los servicios. Es aquí donde la biblioteca se ve llamada a cambiar, pues su problemas anteriores de almacenamiento, conservación, organización y difusión pasaron a otro plano. La biblioteca se debe redimensionar a si misma como espacio virtual, como una de las tantas posibilidades de interacción, conversación y ejercicio entre los individuos; pero sin olvidar que, debe seguir expandiendo aún más su acción educativa, social y de promoción cultural en otros medios que no están en el ciberespacio, sino en la realidad social, pues para nadie es desconocido que la red sólo llega por ahora a una parte de la población y que en nuestro país esa parte es aún pequeña.

Es fundamental que la biblioteca se apropie e integre las nuevas tecnologías de la información y la comunicación. Debe ampliar y profundizar los puntos de contacto e intersección entre las personas y las culturas por todos los medios –incluyendo el virtual–, procurando sentido a la llamada “aldea global”, haciendo de las tecnologías de la información “herramientas útiles” para la movilización social, para la promoción y multiplicación de relaciones interculturales entre las sociedades. Con una ‘herramienta’ como la Internet, desde la catalogación y la clasificación, retomaríamos las palabras de Douplitzky, y se vería una nueva propuesta diferente a la de Dewey, pues la más reciente “propone nuevas formas organizadas de saber no excluyentes entre ellas, pero que contribuyen a formar diversas representaciones de la red[4]. Sin embargo, no se puede pensar que ese sería el único fin de la biblioteca como lugar de encuentro. Hoy, más que nunca, la biblioteca encuentra y renueva sus funciones políticas como transformadora de los sujetos y comunidades.



[1] HUYGHE, Francois-Bernard. “Algo marcial”, Les Cahiers de médiologie, 11, 2001, (Actes du Colloque de Cerizy, “Communiquer/Transmettre”, juin 2000).Traducido del francés por Jorge Márquez Valderrama para la Especialización en Estética, Universidad Nacional, Medellín, enero de 2005. p. 7.

[2] Ibíd., p. 5.

[3] Ibíd., p.1-2

[4] DOUPLITZKY, Karine. Internet una nueva ecología del saber. Traducido del francés por Jorge Márquez Valderrama para la Especialización en Estética, Escuela de Estudios Filosóficos y Culturales. Universidad Nacional, Medellín, Enero de 2005. p.6

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