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octubre 13, 2011

DE SERES Y SENTIRES: LECTORES Y USUARIOS


Todo usuario y todo lector, hace una expansión de su ser y sentir en el contacto físico, intelectual o emocional en la biblioteca, solo queda preguntarse ¿qué tan claro está para el bibliotecólogo todas estas manifestaciones del sujeto ante su hacer?.

Imaginen cuando entran a la biblioteca, ese, el lugar que genera encuentros de personajes y personas, cuando miras cada movimiento de los que transitan entre anaqueles y hojas. Variedades como tantos sujetos hay, historias que van cobrando un tinte diferente a cada instante, a cada encuentro, a cada palabra dicha o callada, con cada material prestado o consultado, con los cruces de miradas y las sonrisas cómplices con ese usuario o con ese lector.

En alguno momento de esos que hay cierre del servicio por inventario, el cansancio se hace presente cuando cuentas, revisas, analizas si es pertinente ese material o no, cuando ves que en el catálogo aparece disponible un material pero por más que buscas dicho objeto carece de presencia física en el lugar, un colega manifiesta que “la mejor forma de tener organizados los libros es sin usuarios”, las risas brotan y los agudos cansancios reflejan el fastidio y el tedio, la alegría, satisfacción, admiración o temor que se generan en algunos encuentros. Así sin más, viene a la mente la pregunta constante, atendemos usuarios o lectores.

Estéticamente todo vamos asumiendo roles de diferentes índoles, que se salen de esas categorías imprevisibles ante teóricos que están empecinados en darte un sustento para poder nombrar de manera apropiada a un sujeto que entre a la biblioteca. Surgen así los encuentros con particularidades como las de un usuario que siempre llega a la biblioteca y entra inmediatamente abren las puestas, lee de todo revistas, prensa y libros por montones y luego de considerarlo un gran usuario y un excelente lector le hablas y te das cuenta que su única auto-terapia para dejar el alcohol es estar en la biblioteca y leer de todo para calmar las ansias de una trago doble.

O el lector de los dedos, ese que siempre que llega inicia su recorrido por los anaqueles con un caminado lento, toca con su dedo indicie todos los lomos de los libros que dan a su altura visual (nunca mira para abajo, nunca mira para arriba) cuando menos te lo esperas el dedo le indica cual es libro del día, cuidadosamente lo toma, con un acto magistral lo posa sobre la misma mesa de siempre, abre el material y lo imaginas clarividente pues su mirada siempre está en el marco de la puesta mientras sus dedos lectores pasan cada hoja con un cuidad exagerado, al cabo de una cuantas horas los dedos están cansados y cierran el libro, el cuerpo sin mucho afán sale con los dedos cansados de leer.

Hay niños lectores, que saben más que tu (aún cuando él solo tiene  9 años y tu 27) sobre la segunda guerra mundial, y sin piedad ni clemencia te cuestiona la ausencia de materiales que sean más claros sobre el papel de los nazis en Colombia durante los años 40’s, pero luego te regalan un dibujo de Bambi pues para él no existe nadie más tierno que tu.

Existen usuarios que te hablan por horas sobre toda la colección que hay, lo que falta para hacerla más firme en cuanto a clásicos y los materiales que debería de disponer para lograr desarrollar una colección contemporánea, de esos que siempre que te están hablando con un libro en la mano, antes de compartírtelo pasan lentamente las hojas por enfrente de su nariz y lo inhalan lentamente para luego entregártelo en tus manos y recomendártelo por ser un excelente trabajo literario.

Muchos usuarios te piden ayuda para sus deberes académicos, muchos lectores te comparten sin fin de referencias, otros solo te miran desde la distancia y cuando te hablan solo un susurro de gratitud les surge por el préstamo del material que le proporcionas.  Para cada uno, la biblioteca le significa un lugar diferente, para cada sujeto sea lector o usuario (e incluso ambos a la vez) su adentro se le reflejan en un afuera lleno de palabras leídas o no, calladas o pronunciadas, entre libros y estanterías, entre sus encuentros y desencuentros proporcionados por ese lugar que es la biblioteca.

mayo 06, 2011

EL LECTOR: ACTOR CENTRAL

Retomando el texto “Los Usuarios” de Claire Guinchat y Michel Menou[1], afirmamos que el elemento fundamental de cualquier biblioteca es el usuario, presentado éste como el eje central, ya que interfiere en casi todas las operaciones de la cadena documental. En tanto beneficiario de servicios, usufructuario de colecciones, consumidor de informaciones, interesado en las fuentes de información y en las comunicaciones, el usuario ya no es un ente pasivo, pues sus actividades, su placer y sus necesidades son las que dan vida a las bibliotecas. Hoy todo usuario tiende a ser o es un navegante y un investigador. Sus requerimientos tienen incidencia, no sólo en la circulación y almacenamiento de informaciones y conocimientos, sino también en su producción, pues los procesos de apropiación que desarrolla –y que deben potenciados y facilitados por la biblioteca– se vuelven cada vez más exigencias de primer orden para las fuentes de la información.

Los usuarios son ellos mismos fuentes y conocerlos es la mejor manera de mejorar las bibliotecas y de insertarlas en nuestras sociedades cambiantes. Se han convertido en generadores de nueva información y de nuevos conocimientos. Los usuarios, en este sentido, se definirían entonces como esos individuos o grupos de personas con la capacidad de enfrentar diferentes realidades, circunstancias y problemas nuevos. Confrontación que los lleva a identificar requerimientos informacionales precisos para la solución de dificultades, pues en tanto grupos o individuos insertos en comunidades, usan la información para la toma de decisiones o bien para la aplicación en procesos de decisión. Desde el punto de vista solamente individual, las bibliotecas deben seguir permitiendo y respetando como hasta ahora la posibilidad de exploración de sí mismo a través de la libre navegación por el pensamiento de los otros, al mismo tiempo que puede instalar especies de mojones en esa navegación cuando multiplica la lectura en voz alta, los encuentros con autores y la promoción de la escritura en la gente común y corriente.

Siguiendo la postura de Mónica Izquierdo, las investigaciones sobre actitudes, hábitos, comportamientos, necesidades, deseos y preferencias de los usuarios son un “conjunto de estudios que tratan de analizar cualitativa y cuantitativamente la interacción entre la información en todas sus dimensiones y el usuario, incluyendo en su valoración el contexto situacional o pragmático en el que éste se inscribe[2]. De ahí la importancia de la actualización permanente de las colecciones de las bibliotecas, de la ampliación de servicios y redes, de la mejora en la oferta y variedad de productos y políticas nuevos. En suma, cada biblioteca debería trabaja cada vez más en el conocimiento de los usuarios y sus necesidades. Y entender éstas no sólo como carencias informativas o como el conjunto de datos requeridos para cumplir unos objetivos determinados, sino también como placer de conocer, placer de ver y de leer que deben ser satisfechos para que la vida biblioteca, el usuario, no la abandone.


[1] GUINCHAT, Claire; MENOU, Michel. Los usuarios. En: Introducción general a las ciencias y técnicas de la información y documentación. España : CINDOC/UNESCO, 1992. p. 458

[2] IZQUIERDO ALONSO, Mónica. Una aproximación interdisciplinar al estudio del usuario de información : bases conceptuales y metodológicas. En: Investigación Bibliotecológica. Vol.13, no. 26 (ene.-jun., 1999) p.124

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